- miércoles 01 de octubre de 2025 - 9:40 AM
El día que el zoco nos dejó locos
En el salón de clases del profesor, René Hernández, la calma académica se rompió cuando soltó la palabra misteriosa: “zoco”. ¡Nadie, pero nadie, sabía qué era! Él, con su habitual paciencia y su fe inquebrantable en la generación digital, pidió a los estudiantes de Periodismo Político consultáramos el mataburro electrónico, también conocido como celular.
Y ahí comenzó la busqueda virtual. Cada quien tecleaba como si la vida dependiera de ello, pero las pantallas devolvían definiciones más raras que un examen sorpresa. Lo que menos aparecía era lo que el profe esperaba.
Yo, Mónica Miranda, levanté la mano con toda la seguridad del mundo y solté mi versión: “Zoco, es una persona que le falta una extremidad, un brazo pues”. El profesor me miró con una sonrisa diplomática, esa que dice “gracias, pero revisa otra vez”, y pidió al resto que siguiera buscando.
En medio de la confusión apareció Evangelisto Mendoza, como si hubiera descubierto América. Me dice: ¡busca soco! , dijo con la misma emoción de quien grita gol en el minuto 90.
Obedecí, y sí, ahí estaba la definición que todos repetían. Pero entonces, con voz triunfal, añadió:¡No, no, no! ¡Con Z, con Z!
Y ahí fue cuando la revelación cayó como un rayo sobre el salón: todos estaban buscando con “S” lo que era con “Z”. El salón estalló en carcajadas y miradas nerviosas, como quien descubre que estuvo leyendo el mapa al revés todo el tiempo
El profesor, que aún conservaba la ilusión de que algo saliera bien, jamás se imaginó que el gran misterio no estaba en la palabra... sino en que la mitad del salón la había estado buscando con S.
Y así, entre risas, quedó la lección del día: en la vida, igual que en la ortografía, una sola letra puede cambiarlo todo. Al final, los únicos “zocos” de esa clase, en la Universidad de Panamá, fuimos nosotros.
Estudiante de periodismo en UP