El baile oscuro en la pista social

  • lunes 20 de mayo de 2024 - 12:00 AM

En medio de la música y de un calor sofocante, abril le entregó la pareja a mayo para continuar con el relevo de cada fin de mes. El baile social se repite puntualmente como un reloj atómico en una enorme pista con más de 4 millones de bailarines, según el último censo. Este interminable vals, que parece inocente a simple vista, esconde en sus giros y pasos una realidad mucho más sombría y penetrante.

Mayo entra a la pista sujetando con el brazo derecho la cintura de la bailarina, mientras que con sus cinco dedos de la mano izquierda le aprieta los de ella. La escena está bañada en una atmósfera de celebración y alegría, pero bajo esa fachada se esconde una realidad oscura que pocos se atreven a mirar directamente.

El tema de la canción es muy popular y los concurrentes cantan a todo volumen mientras mayo le susurra a su acompañante en el oído: “Ten cuidado con la extorsión, el chantaje y la coacción. El trío se ve desenfrenado dando pasos por toda la pista, parecen una turba repartiendo golpes a quien esté cerca”.

“No me extraña”, comenta ella, “son de tipología delictiva con características individuales, despreciables e intolerables, que atacan sin contemplación a la justicia y a la sana convivencia de las personas”.

Los tres tienen entre ceja y ceja perjudicar a la gente. La extorsión puede agredir simultáneamente los bienes y la integridad física o la libertad; la coacción suele ser una acción directa e inmediata que se realiza en el acto y convierte al afectado en una marioneta, ya sea para sacar beneficio económico o ejecutar un acto de violencia. El chantaje, quizás el más astuto de los tres, puede ser de naturaleza lucrativa, pero la violencia es mínima y el don de palabra suele consumar el acto de convencimiento en el perjudicado.

En la política criolla, en los medios de comunicación y en los poderes sociales de nuestro país, hay muchos que marcan el paso en el baile de la extorsión, el chantaje y la coacción. Los vemos moverse con destreza, encubiertos en discursos populistas o promesas vacías. La extorsión, el chantaje y la coacción no son solo términos legales, son herramientas afiladas que estos bailarines utilizan con precisión y crueldad.

La música puede ser alegre, pero no debemos dejarnos llevar por el ritmo sin cuestionar las intenciones de quienes guían la danza. La extorsión, el chantaje y la coacción son más que delitos, son sombras que se deslizan entre nosotros, amenazando con oscurecer la luz de la justicia y la equidad.

Es imperativo que, como sociedad, desenmascaremos a estos danzantes. No podemos permitir que el trío de la extorsión, el chantaje y la coacción continúe su baile desenfrenado sin oposición.

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