Ahora que tener fama en redes o “buscarse la vida” sin pasar por un aula es mucho más común, pareciera que estudiar en la universidad ha pasado a segundo plano. Cada vez son más los jóvenes que abandonan sus estudios o ni siquiera los empiezan porque sienten que “eso no sirve para nada” o que el éxito solo se encuentra en TikTok o Instagram.
Pero aquí va un mensaje claro y directo, tanto para los jóvenes como para los adultos: la educación sigue siendo la herramienta más poderosa que tenemos para salir adelante, especialmente en un país como Panamá, donde las oportunidades no caen del cielo.
Estudiar una carrera universitaria no es solo cuestión de agarrar un título y ya. Es prepararse para la vida, para tomar decisiones con conocimiento, para no dejarse meter cuento, para luchar por mejores trabajos, mejores condiciones y un mejor futuro. La pobreza no se combate solo con subsidios ni discursos bonitos; se combate con educación, con preparación, con gente que se levanta todos los días con ganas de superarse.
A los adultos que están leyendo esto: apoyen a sus hijos, a sus sobrinos, a sus ahijados. No critiquen las carreras que eligen, aunque no las entiendan. No repitan frases como “eso no da plata” o “mejor ponte a trabajar ya”. Lo que un joven necesita es motivación, no que lo apaguen antes de empezar.
Y ti, joven panameño que quizás te sientes cansado, sin apoyo, o tentado a dejarlo todo: agarra fuerza y sigue pa’lante. Si ya empezaste, termina. Si no has empezado, nunca es tarde. La universidad no es fácil, pero vale la pena. Es tu arma para romper ciclos de pobreza, para cambiar tu historia y la de tu familia.
Panamá necesita profesionales que no solo tengan títulos, sino también visión, compromiso y ganas de construir un mejor país. Así que no te rindas. La educación no es una moda: es poder. Y ese poder, nadie te lo puede quitar.