Aplaudimos la medida implementada por el contralor general sobre la restricción, a sus subalternos, del uso del celular durante horas laborables. Justo y necesario, pero, al igual debe exigir a todos los funcionarios del gobierno, porque en su nivel de responsabilidad cabe perfectamente cuando se habla del “control del gasto público”.
Téngase presente que el mal uso del tiempo, pagado para prestar una buena labor, es parte de la corrupción. ¿Qué decir de aquellos jefes que deambulan por los pasillos con el celular al oído?
Entre el uso del celular, deambular por los pasillos, llegar tarde, salir temprano y que la responsabilidad del trabajo de la oficina recaiga en el personal subalterno, es otra vagabundería que se marca como corrupción, ¿o no?
Por otra parte, circula video que guarda relación al cumpleaños de un ministro. ¿Video que pareciera fue hecho, editado y circulando en horas laborables, de lo contrario como explican el cúmulo, presuntamente, de funcionarios en el video?
Estas son las cosas que el Contralor General debe ordena investigar y hacer sancionar -de encontrarse responsables de que fuera hecho, editado y circulando en horas laborables-.
Increíble que se utilice el tiempo de las instituciones del gobierno para ganar gracia o quizás hasta arrastrarse.
Esperamos escuchar el pronunciamiento del contralor y las medidas correspondientes a tomar. Se pone orden o será peor de lo mismo.
Los ascensos, en mi época, se ganaban sudando la frente y arrastrando el lápiz, llegando temprano y saliendo tarde de las oficinas -generalmente sin remuneración extra-. Al parecer ahora los mecanismos de gastar suela, hacer regalos, videos, padrinazgos, etc., son la tónica para aumentos salariales o lograr jerarquías. ¿Cómo quieren que el país progrese?
La pregunta obligada. ¿Cuál será la actuación del contralor general en estos primeros dos temas inconclusos? ¿Se atreverá a tomar al toro por los cachos o se mantendrá viendo los toros desde la barrera? Existe un viejo adagio: “Quería ser reina, pues tire besitos”. Dios te salve, Panamá.
