La atención que brinda el Instituto Oncológico Nacional es loable, el personal de salud que atiende allí le transmite a los enfermos y familiares de los pacientes cierta serenidad, sosiego y bastante resignación.
El que no ha visitado a este nosocomio, ya sea de visitante o acompañante, no sabe las vicisitudes que la persona tiene para llegar y, lo más importante, conseguir un estacionamiento. Aunque parezca fácil no lo es, regularmente el enfermo va con algún familiar y las condiciones de salud de una gran mayoría de ellos es delicada, por consiguiente, debes bajarlo, buscar una silla de ruedas para que se siente o rebuscar un espacio dentro para sentarse, que es tan difícil como buscar una aguja en un pajar.
No estoy a favor del desorden o mucho menos de incumplir las normas, pero, no me cabe en la cabeza, que se impongan boletas a los autos que están en los alrededores del Hospital Oncológico. Suficientes gastos ya tienen con esos enfermos que llevan a buscar atención médica, regularmente varias veces a la semana, dependiendo de su condición de salud.
Se debe ser permisivo con estos conductores porque a mi juicio, no es justo que, al salir de la atención, tengan una boleta en el parabrisa. Si se quiere imponer boletas, solamente deben ir a las paradas del Metro, en la Vía España y San Miguelito, para que observen la gran cantidad de taxis que obstruyen un paño de la vía, provocando tranques y accidentes de tránsito.