• domingo 30 de junio de 2024 - 2:48 PM

Diplomacia cultural

La diplomacia cultural ha venido ganando protagonismo en la medida en que las naciones han entendido que ese “soft power” era necesario para ir fomentando el conocimiento mutuo. Cuando es utilizada apropiadamente permite que las personas de un país extranjero desarrollen una comprensión de los ideales e instituciones que todos hacemos para generar apoyos a los objetivos económicos y políticos que perseguimos. La diplomacia cultural revela “el alma de una nación”, que a su vez crea influencia y hasta logra avances en temas de seguridad nacional.

Muchas pueden ser sus variantes: alta cultura como literatura, arte, educación, moda, así como cultura popular. La diplomacia cultural la definen como la «capacidad de obtener lo que se desea a través de la atracción en lugar de la coerción o los pagos. Surge de la cultura, los ideales políticos y las políticas de un país». Se le cataloga como la “pieza clave de la diplomacia pública” porque las actividades que se realizan a través de ellas muestran lo mejor de una nación.

Hay muchos ejemplos que han acercado a los países entre sí, como las becas Fullbright de Estados Unidos, los Beatles a todo el mundo, incluso en la Unión Soviética, o el jazz, que es un lenguaje universal. Nuestro pequeño país, proporciones guardadas, se ha metido en todas las orquestas con su “Historia de un amor” o las canciones de Rubén Blades.

En casi todos los países avanzados hay instituciones que se dedican a ella, como la Alianza Francesa, el instituto Goethe en Alemania, el Instituto Cervantes, en España, y el Yunus Emre en Türkiye, entre otros. Y ha sido reconfortante incluir en esta diplomacia cultural una variante como la de promover que en los jardines botánicos vuelen mariposas panameñas (diplomacia de la biodiversidad) o que un nadador panameño, como César Barría, compita el próximo mes en una maratón que cruzará el estrecho del Bósforo, desde el lado europeo al asiático.

En resumen, el objetivo de la diplomacia cultural es influir en una audiencia extranjera y usar esa influencia, que se acumula a largo plazo, como una especie de bien que se reservará para ganar apoyo para los objetivos políticos. Busca aprovechar los elementos de la cultura para inducir a los extranjeros a tener una visión positiva de la gente, la cultura y las políticas del país, a inducir una mayor cooperación entre las dos naciones.

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