• lunes 23 de octubre de 2023 - 8:44 AM

Dieciocho personas murieron. Aquel día fue triste, muy triste

Se trata de la tragedia de La Cresta, donde 18 ciudadanos perdieron la vida de la forma más espantosa

Jamás había tenido la oportunidad de expresar mis pensamientos con tanta libertad como hoy. Debo reconocer que también lo hice cuando me tocó manejar radio América en los tiempos más difíciles, al final de la dictadura. Hablo de los años 1987-88 y 1989. Los que tienen más de 45 años deben recordar cómo, a través de ese medio, decíamos lo que pasaba en Panamá, sin censura, pero con respeto. Ahora que lo analizo, reconozco que puse en peligro la integridad física de la familia y la mía, pero aquí estamos.

Los años me han llevado a ser más analítico y menos impulsivo con lo que pasa en Panamá. Dentro de mi mente hay puntos fuertes en contra de la ley 406 y también a favor. Anoche, y luego de reflexiones profundas, llegué a la conclusión de que nada de lo que se diga ahora va a cambiar el pensamiento de los que se oponen al contrato minero, como aquellos que están a favor. El calendario me permite irme hacia otro tema, el cual he tratado cada vez que llega el 23 de octubre. Se trata de la tragedia de La Cresta, donde 18 ciudadanos perdieron la vida de la forma más espantosa.

Desde hace tres días rondan por mi mente dos acontecimientos que se dieron la mano como una especie de relevo de carrera. Uno ocurrió el 22 de octubre de 2006 y el otro al día siguiente. Ese domingo 22 de octubre el pueblo le dio un voto favorable a la iniciativa del presidente Martín Torrijos de ampliar el Canal de Panamá. A pesar de algunos pesimistas sobre esta decisión del Ejecutivo; pese a varios que se opusieron, hoy observamos que la ampliación era necesaria. Los ingresos que recibe el gobierno por los tránsitos se han casi triplicado luego de la inauguración de esa obra. Los merecimientos no se regatean con independencia de sus actores…

Un padre que pisa el acelerador y pone a Panamá en el mundo de la diplomacia, logrando una firma histórica aquel 7 de septiembre de 1977 y un hijo que toma la bandera para darle seguimiento a los ideales de su progenitor. Lo he dicho con anterioridad… la vida y el destino tienen caminos insospechados. A quien le tocó presidir el gran acto histórico, donde se iba la última estaca colonial y se cumplían a plenitud los tratados Torrijos-Carter, fue a la presidenta Mireya Moscoso. Ella fue la esposa de Arnulfo Arias Madrid, hombre que fue derrocado por el líder de los tratados Omar Torrijos Herrera. En cuanto a la ampliación le correspondió liderar los actos a otro presidente arnulfista Juan Carlos Varela…Él se opuso a la iniciativa de la ampliación, pero ha tenido la hidalguía de reconocer las ventajas de esta gran obra. Así es la vida… no siempre el que siembra es el que cosecha. Habría que buscar una respuesta en lo más alto de lo divino sobre, ¿por qué los Torrijos perredistas se zurraron, como se dice en buen panameño, y fueron los panameñistas los que encabezaron los grandes actos de esos dos acontecimientos.

El otro tema que mencioné como una especie de relevo fue el ocurrido el 23 de octubre de 2006. Una mayoría de la población no salía del jolgorio y la felicidad al saber que, hacía pocas horas se aprobaba el referéndum para la ampliación del canal. Un bus de la muerte se incendiaba frente a las instalaciones de Hosanna en la Cresta, de la ciudad capital. Cuando los más de 30 pasajeros comenzaron a sentir la fuerza de las llamas corrieron a buscar la puerta de salida de atrás. No lo podían hacer hacia adelante debido a que el fuego provenía del motor que estaba empotrado cerca del conductor y del palanca. El calor era infernal. Los gritos de dolor y desesperación eran ensordecedores. Para rematar… las ventanas estaban condenadas; no se podían abrir. En ese afán por la vida alguien se agarra de los pasamanos y comienza a pendular con los pies tratando de reventar una de las ventanas. Mientras eso ocurría las personas se fueron abrazando una detrás de otra en la parte de atrás del bus, esperando el milagro. Fueron 18 en total.

Mientras este escenario dantesco ocurría, ese 23 de octubre el canal 9 de televisión había pautado para las horas de la noche la película Juana de Arco. A cada rato ese medio de comunicación transmitía una promoción donde se veía a la santa ardiendo producto de las diabólicas prácticas de la iglesia católica a través de la Santa Inquisición. ¡Vaya nombrecito! Después de 10 años de los sucesos, en 2016, un grupo de estudiantes liderados por mí realizó un debate en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Panamá. Allí se escucharon los testimonios desgarradores de los bomberos y de varios de los sobrevivientes. El representante de los bomberos mayor Juan De Arco, con voz entrecortada, dijo que ese ha sido el momento más triste de su vida como bombero. Cuando entraron al bus, luego de sofocadas las llamas, estaban seguros de que, por el espacio reducido de la parte de atrás, iban a encontrar entre cuatro a seis cuerpos. La sorpresa fue mayúscula cuando comenzaron a separar los restos de los muertos. Al final contaron a 18 fallecidos. La explicación que dio el mayor De Arco es que mientras avanzaban las llamas las personas se iban apretando y abrazando hasta convertirse en una especie de bola humana que se fue reduciendo producto del fuego.

Recuerdo que a través de mis programas de radio lancé llamados al gobierno de Martín Torrijos para que cancelaran cualquier tipo de celebración luego de los resultados del referéndum y también llamé a canal 9 para que detuvieran la promoción del programa sobre la vida de Juana de Arco. Otro relato que me conmovió de aquel 23 de octubre de 2016 fue el del sobreviviente Luis Contreras. El hombre fue el que más quemaduras sufrió. Incluso cuando estaba en estado comatoso en el hospital Santo Tomás dice que escuchó a un médico que dijo: “No deberían gastar piel en él; su condición es tan crítica que no va a sobrevivir.” Pero dicen que el hombre propone y Dios dispone. A los 30 días Luis Contreras despertó del coma y vive para contar la historia. A esos 18 fallecidos los he adjetivado como “Los mártires del transporte”. Después de aquel desenlace el gobierno impuso medidas duras contra el transporte colectivo las cuales, de seguro, han salvado muchas vidas. Solo de recordar aquellos momentos siento el dolor y el sufrimiento de quienes murieron ese día y quienes tuvieron que pasar por muchos calvarios para recuperarse. Otra historia conmovedora fue la de la enfermera Lidia Atencio. Ese no era su día. En otra ocasión hablaremos sobre su odisea. Les deseo un feliz lunes, con esta sugerencia… no caigan en los extremos de los provocadores… Es el momento de la sensatez y la prudencia.

Docente universitario