La deserción escolar y las pandillas son dos fenómenos que están estrechamente relacionados y constituyen uno de los mayores desafíos de la sociedad moderna. La falta de acceso o el abandono del sistema educativo no solo afecta el desarrollo personal de los individuos, sino que también favorece la aparición de comportamientos delictivos, en especial en jóvenes vulnerables. La deserción escolar genera una exclusión social que deja a los jóvenes sin herramientas para acceder a oportunidades laborales y económicas, lo que los hace susceptibles a unirse a pandillas como una forma de pertenencia, protección y, en muchos casos, una fuente de ingresos.
Las pandillas ofrecen un refugio emocional y una forma de ganarse la vida a través de actividades ilegales, como el narcotráfico y otros crímenes. Este fenómeno se alimenta de la desesperación y la frustración de los jóvenes que han quedado marginados por el sistema educativo, que a menudo no ofrece alternativas viables para evitar la deserción. La falta de habilidades y formación académica les limita las opciones en el mercado laboral, lo que incrementa la atracción hacia las pandillas como una salida.
Es fundamental que la sociedad, junto con las autoridades, adopte medidas preventivas y correctivas que aborden las causas de la deserción escolar y la proliferación de pandillas. La inversión en programas de educación de calidad, apoyo psicológico, y la promoción de oportunidades laborales son claves para romper este ciclo vicioso.