Cuando hablamos de delincuencia organizada nos referimos a grupos de personas que tienen una relación continua con ganancias ilícitas realizando una variedad de actividades delictivas.
Para que una organización criminal sea calificada como delincuencia organizada debe cumplir ciertos requisitos: Cuando con el transcurso del tiempo la delincuencia “común” llega a un alto grado de “evolución” o “perfeccionamiento” en sus actividades. Cuando rebase los límites del control gubernamental. Un vivo ejemplo actual es el fenómeno del pandillerismo.
Muchas veces, la meta principal de estas organizaciones es ganar o mantener control exclusivo sobre un mercado delictivo particular (tráfico de drogas, armas ilícitas, tráfico de personas, corrupción publica). La corrupción se utiliza para crear un clima propicio en el que las organizaciones delictivas pueden llevar a cabo sus actividades impunemente.
La diferencia central entre crimen organizado y grupo criminal es que en el primero existen personas con los vínculos necesarios para evitar ser perseguidos por los delitos que cometen o evitar la pena o castigo de estos, y el grupo criminal no tiene estos vínculos.
El impacto de la delincuencia organizada puede ser mayor y más corrosivo que el crimen común. Esto se debe principalmente a los métodos usados por estas organizaciones para cumplir sus objetivos y mantener su poder.
La violencia se emplea para intimidar o eliminar a rivales profesionales o incluso a funcionarios constituyendo también un medio de mantener el orden y disciplina dentro de la organización.
Las organizaciones delictivas para su conformación y desarrollo exigen aptitudes empresariales, especialización y capacidad de coordinación; por lo que se afirma, que representan la prolongación de un sector del mercado legítimo.
