La historia de Martín, conocido cariñosamente como “Micho Asustao”, es un retrato doloroso de la realidad que enfrentan muchos habitantes de los pueblos rurales. Con la piel curtida por el sol y el sudor convertido en granos de sal, Martín representa la lucha constante de los campesinos por sobrevivir en un mundo cada vez más adverso.
Al verse obligado a vender su tierra ancestral a un capitalino en busca de un retiro tranquilo en el campo, Martín decide probar suerte en la ciudad. Sin embargo, la realidad que encuentra allí está lejos de ser prometedora. Con apenas suficiente dinero para alquilar un cuartito en un barrio peligroso, Martín se enfrenta a la cruda verdad de la migración interna: la falta de oportunidades y la precariedad de las condiciones de vida.
La falta de programas gubernamentales efectivos para mejorar la calidad de vida en los pueblos rurales obliga a personas como Martín a abandonar sus hogares en busca de un futuro mejor. Pero la ilusión de una vida próspera en la ciudad se desvanece rápidamente cuando Martín se encuentra sin trabajo y sin esperanza.
En un giro desgarrador, Martín pasa de ser un hombre cálido y compasivo a un individuo frío y desalmado, cuyo único objetivo es sobrevivir en un entorno hostil.
Su transformación es un reflejo de las consecuencias reales de la falta de políticas sociales efectivas y de la negligencia del Estado hacia las comunidades rurales. La historia de Martín es una advertencia sobre los peligros de ignorar las necesidades de los más vulnerables en la sociedad.
Es hora de que las autoridades tomen medidas concretas para abordar las causas subyacentes de la migración interna y brinden oportunidades reales de desarrollo a las comunidades rurales. Porque mientras tanto, historias como la de Martín seguirán repitiéndose una y otra vez, con resultados cada vez más desoladores.
