• sábado 23 de noviembre de 2024 - 12:00 AM

De Constitución y constituyente

“Una Constitución no es el acto de ningún gobierno sino del pueblo estableciendo su gobierno, de modo que gobierno sin Constitución es poder sin derecho... La Constitución precede al gobierno y el gobierno es la criatura de la Constitución”. (Thomas PAINE).

Cuando hablamos de Constitución, los ciudadanos todos tenemos que tener muy en cuenta, además del significado real del concepto, la evolución histórica, así como la teoría y la doctrina constitucional que ha hecho grandes progresos en los últimos tiempos

El significado más amplio de Constitución es el más antiguo. La perspectiva más antigua quizás, es la de Bolingbroke quien en 1733 afirmaba que:

“Por Constitución queremos significar, cuando hablamos con propiedad y exactitud, el conjunto de leyes, instituciones y costumbres, deducidas de determinados objetos del bien común, que integran el sistema general conforme al que la colectividad ha acordado ser gobernada...”.

Ferdinand Lasalle en su obra ¿Qué es una Constitución? (abril 1862), estudia el problema constitucional bajo una interpretación de una manera diferente a como lo haría un jurista, priorizando el análisis sociopolítico y define la Constitución como la suma de los factores reales de poder que rigen un país. La Constitución que no responde a los factores reales de poder de una sociedad no es durable; ella no es más que una hoja de papel. La Constitución política real es, en su opinión, la acumulación integrada de esas fuerzas políticas y concretas de la sociedad.

La metodología utilizada por Lasalle nos permite, de nuestros días, contar con un instrumento de análisis más racional que emotivo. Nos permite también acercarnos más a la realidad que confrontamos.

Lasalle afirma que una Constitución escrita es buena y duradera cuando corresponde a la Constitución política real, a la que tiene sus raíces en los factores de poder que rigen un país dado en un momento dado. Cuando no existe esa correspondencia, se produce un conflicto inevitable y la hoja de papel sucumbe ante el empuje de las verdaderas fuerzas de la sociedad, es decir, la Constitución real.

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