• miércoles 20 de julio de 2011 - 12:00 AM

Lo que nos cuesta la Asamblea

Han pasado 20 días desde que dio inicio el tercer periodo legislativo encabezado por Héctor Aparicio, de Cambio Democrático (el gobierno...

Han pasado 20 días desde que dio inicio el tercer periodo legislativo encabezado por Héctor Aparicio, de Cambio Democrático (el gobierno del cambio, para que nada cambie), tiempo en que nuestros flamantes diputados han cobrado su salario completo, al igual que los suplentes, y no han podido, siquiera, producir una sola discusión de ley, debido a que aún nos siguen entreteniendo con el circo de las presidencias y demás cargos de las juntas directivas que componen este órgano del Estado.

Hasta cuándo tanta desidia de quienes fueron elegidos para hacer las leyes del país. ¿Será que piensan que quienes pagamos impuestos tenemos que seguir manteniendo esta parranda de vagos a sueldo de manera eterna? Estas son algunas de las razones por las cuales algunos gobernantes y dictadores (del cual el nuestro no está muy lejos) proceden a cerrar estas instituciones. Ojo, que no estoy abogando por eso, pero sí estoy llamando la atención, porque estas sanguijuelas tienen que cumplir las funciones para las cuales fueron elegidas y darles no solo esperanza a los electores de tener un mejor país para que todos quepamos y vivamos en él de manera digna.

Para ello tienen que comenzar respetándose a ellos mismos y a los electores, cumplir la ley, ser guardianes y verdaderos fiscalizadores del Ejecutivo; pero, de verdad, da pena con estos señores, no hacen ni una cosa ni la otra.

Señores ‘diputados’ con tanto que hay para legislar en materia de necesidades de las grandes mayorías, ¿cómo es posible que ustedes nos obliguen a pagar salario a quienes no hacen el trabajo por el cual se les paga?

Comiencen por hacer leyes para romper con los monopolios y los oligopolios existentes, que son los verdaderos causantes de los grandes desequilibrios en materia de costo de vida, aunque eso signifique pegarle a Martinelli y a sus allegados, profundizar la legislación en el combate a la corrupción y la impunidad, aunque esto signifique que nos quedemos sin funcionarios en algunas instituciones y tengamos que rehacerlas, pues algunas se ganan el premio mayor por corruptas, endurecer las penas para quienes no pagan sus impuestos como la ley ordena, poner preso de verdad a cuanto ‘empresario’ exista que se apropie de las cuotas obrero-patronales de sus empleados y después aparece como presidente, ministro, viceministro, magistrado o superintendente, etc., queriendo dar cátedra de honestidad y pulcritud y no son más que unos verdaderos ladrones encorbatados de la cosa pública.

(Perdón, me emocioné demasiado, verdad que nuestra Asamblea no es independiente).

EL AUTOR ES SECRETARIO GENERAL DE LA CGTP

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