• martes 31 de marzo de 2015 - 12:00 AM

"La crucifixión y nuestro sacrificio"

Con el paso del tiempo, siento que mi cruz se hace más pesada. Cargo culpas propias como acto sublime de amor, ¡y otras porque sí! 

Con el paso del tiempo, siento que mi cruz se hace más pesada. Cargo culpas propias como acto sublime de amor, ¡y otras porque sí! Entregarse a otros sin condiciones; sin pedir recompensa ni reconocimiento por la ofrenda, es una cualidad casi divina. Con su sacrificio, el Hijo del Hombre demostró su inmenso amor por la humanidad. Pienso que nuestras faltas son tan graves ante los ojos del Creador, que no era suficiente un ‘cordero terrenal’ para alcanzar indulgencia celestial. Ese misterio es el que durante esta semana celebraremos, sea con actos de profunda devoción religiosa, o disfrutando del ‘weekend’, lejos de las tensiones y afanes de la gran ciudad.

Es común en la vida del pobre, su disposición al sacrificio, sea por aquellos que lo merecen, o lo que es peor; por los poderosos, que a diario lo atormentan. Es como si nuestro destino y esencia fuera soportar y soportar. Pero además, se espera que aguantes sonriente, pues molesta que amarres la cara en signo de tu malestar. El buen trabajador debe entregar su sudor a cambio de migajas; el buen ciudadano debe soportar al mal gobernante, esperando la otra elección para sacarse el clavo. No hay fórmula para equilibrar tanto cinismo, con el injusto sacrificio que se nos exige.

La crucifixión del Mesías debe ser un ejemplo para ricos y pobres. Pero mientras la leche sube y sube de precio, resulta inadmisible que los placeres del patrón, se vean afectados por esas exigencias banales de las mayorías. ¿Cómo quieren los pobres vivir en paz, si no son capaces de sacrificarse en aras de la incomprendida y merecida vida muelle que a disgusto disfrutan los poderosos? Es la ley de lo ancho pa’llá, y lo angosto pa’cá.

La tranquilidad y armonía social cuelga sobre los hombros y conciencia de los oprimidos, porque a pesar de todo, ‘deben evitar que el agua rebase la copa’. Nuestra capacidad de tolerancias ha de ser infinita, pues pende la amenaza de que si las pasiones se desbordan, las riquezas del magnate volarán en cosa de minutos, y con ella, la contaminada fuente de nuestras utopías mundanas.

*Abogado y docente

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La tranquilidad y armonía social cuelgan sobre los hombros y conciencia de los oprimidos

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