Panamá ha logrado un crecimiento económico impresionante, destacándose como una de las economías más dinámicas de América Latina. Sin embargo, este avance no ha sido suficiente para erradicar las profundas desigualdades sociales.
La desigualdad en Panamá es un fenómeno complejo y multifacético. La brecha en los años de escolaridad es un indicador claro de cómo el acceso a la educación está condicionado por el nivel socioeconómico.
Mientras las familias de mayores ingresos pueden invertir en una educación de calidad, las de menores ingresos deben conformarse con una educación pública que, pese a los esfuerzos, sigue siendo insuficiente.
La concentración de la riqueza en el 10% más rico de la población es otra manifestación de la desigualdad en Panamá. Este pequeño segmento de la sociedad controla una porción desproporcionada de los recursos económicos, lo que perpetúa las disparidades y limita la movilidad social.
Para que Panamá pueda realmente aprovechar su crecimiento económico, es crucial que adopte políticas que promuevan una distribución más equitativa de los recursos y oportunidades. Esto incluye una inversión significativa en educación pública de calidad, especialmente en las zonas rurales e indígenas, y la implementación de programas que promuevan la inclusión social y económica de las poblaciones marginalizadas.
