- jueves 07 de mayo de 2020 - 12:00 AM
Corrupción que mata niños
La corrupción política es el acabose de la nación, y se manifiesta en pus por el tejido social. Desde el poder, se busca sacar ventaja, no importa que sea ilegítima, y en forma secreta. Aunque después se destape el entuerto, en una época en que la tecnología ha desarrollado un rayo x ante cualquier hecho, positivo o negativo.
¿Cuál es el nivel de corrupción de Panamá en relación con otras naciones? Las expresiones de este mal son el soborno, el tráfico de influencia, el fraude, la malversación, el compadrazgo, el caciquismo, la prevaricación, el nepotismo y su efecto es la impunidad, que lacera, empobrece y aquieta el progreso.
Uno se reconoce en el prójimo, y ser solidario, en contraposición de ‘corrupto', sobre todo con quienes sufren los rigores de la carestía, es una acción que enaltece y contribuye a paliarla.
En contraposición al Panamá solidario, de virulentos días, se encuentra el Panamá del estercolero, oliente a inmundicia, peor al Panamá Papers, que nos restriegan desde la Unión Europea, el Panamá corrupto, con jerarcas en la comandancia.
Me opongo a la pena de muerte, castigo radical en tribus estadounidenses y en otros pagos. Se han equivocado no pocas veces. Fuera de esa pena, estoy de acuerdo en que quien desde el poder robe durante una pandemia, como la que sufrimos hoy, debe ser condenado no solo a prisión en El Renacer, sino como si se tratara de delito de lesa humanidad, como quien lo comete durante una guerra.
Y ese virus silencioso, maligno, que paraliza y contagia es controlable, menos en sociedades como la nuestra campeonas en indisciplina y desigualdad. El virus de la corrupción casi que viene en los genes de jerarcas, nacidos de buena madre, pero que, más que el covid, son un peligro social y no merecen ser tratados como seres humanos.
PERIODISTA, FILÓLOGO, PROFESOR