Los coliseos no se dan abasto

La falta de inversiones en el deporte ha generado una crisis por la falta de oportunidades para los trompadachines que tienen que hacer kilométricas filas para entregar sus credenciales para ver si tienen la suerte de poder subir al tinglado.

El desempleo deportivo ya era una problemón antes de la pandemia y ahora ha empeorado, a pesar de los esfuerzos de la campeona del trabajo y otros pugilistas de alto perfil encargados de coquetear con promotores de otros países y lograr gestionar cartillas en suelo patrio.

Cada día que pasa la cantidad de pugilistas inactivos aumenta, y no se trata solo de ninis, sino también de recién graduados con ganas de progresar, profesionales con varios años en el deporte y veteranos que por cosas del destino quedaron parados a una edad avanzada, dejándolos atrapados en la informalidad.

El pleito es complicado y para varios expertos del deporte debe ser atendido con urgencia por el campeón de turno y no dejar el hueso para el que vendrá el otro año. Hay quienes echan la culpa a la falta de seguridad jurídica, otros a la falta de preparación técnica y otro simplemente a la poca gestión. Mientras, a comer arroz con huevo.