• viernes 17 de noviembre de 2023 - 12:00 AM

Cóctel molotov

Decir que la manifestación violenta es parte de la idiosincrasia del panameño, resultaría atentar contra la verdad

Mucho se podría decir sobre el origen de la indignación nacional que lleva más de un mes en Panamá. Protestas, cierres y marchas apuntan a la firma de un nefasto contrato minero por parte del Estado y una empresa transnacional; no obstante, la acumulación de problemas sociales y económicos generaron el estallido de la población, trascendiendo los límites de la tolerancia característica de este pueblo.

Decir que la manifestación violenta es parte de la idiosincrasia del panameño, resultaría atentar contra la verdad. En el mundo se cuentan con los dedos de una mano, países más pacíficos que el nuestro.

Si bien, la mina causó la indignación nacional, lo cierto es que la explosión social traía consigo otras cargas, producto del agotamiento a causa de un sistema político fallido que no supo administrar las riquezas generadas de un crecimiento sostenido por más de 20 años.

La corrupción flagrante y el cinismo de la clase política criolla, supo despertar la ira de los jóvenes, que vieron en la actitud de los gobernantes, un atentado contra el futuro de toda su generación. Después vinieron los profesionales del caos y sembraron el terror en las calles.

Luego de más de un mes de anarquía en el país, la discusión acerca de las causas visibles del conflicto entró en una discusión pública de carácter legal, haciendo que la población discutiera el tema desde la forma, encallándose en el cómo; en lugar de ponerse de acuerdo sobre el qué. En otras palabras, el gobierno recurrió al viejo truco de poner a la gente a pelear por lo accesorio, en lugar de reclamar el fondo del asunto al que se opone.

Hoy día, el panameño de a pie conoce más las formas legales para cerrar una mina y como enfrentar en los tribunales a una trasnacional, que entablar un proceso de divorcio civil en un juzgado. Las complejidades de la opinión pública y un mal mensaje, un cóctel molotov.

PERIODISTA