En la efímera columna en la página Anagrama, sección Play, de El siglo, el 12 de marzo de 2006, inicia nuestra fábula titulada “Cartas del hijo de Juana”, que surge como sátira a los malos gobiernos y su actuar de espaldas al pueblo.
Soy el Hijo de Juana. La cocinera, lavandera, aseadora, costurera, la doméstica o sencillamente la madre que trabaja para poder alimentar a sus hijos. Mama Juana es la mujer aquella que contra viento y marea logra sacar a sus hijos adelante, con la frente en alto, la mística, verdad, honradez, humanista y sentimientos de Patria.
Mama Juana según la descripción realizada por Pablo Pueblo: “es una vieja madre joven. Todavía no entiendo mucho que quiere decirme, interpela el Hijo. Cuando le pregunto me dice que nadie sabe cuándo naciste. Que te conquistó el imperio español. Que lo abandonaste porque te explotaba y permitía abusaran de ti.
Que te uniste con el viejo Colombia para protegerte, pero igual te fue de mal. Por último, te hizo caritas el “fulo del norte”, llamado gringo, quien te cubrió con el paraguas del Pentágono; te cobijó en su lecho, porque te entregó un francés, llamado Bunau Varilla”.
La fábula, fiel crítica de la realidad política gubernamental al dejar de hacer de la ciudadanía, describía aquellos coloquios entre quienes investigan, aplican la justicia y los corruptos que se mantienen producto del dejar hacer (lo bueno) o el exceso (en lo malo), tanto por los gobernantes de turno como la apatía ciudadana que, en términos generales, somos poco importa de los problemas sociales, máxime si algún político corrupto hace regalos para comprar el voto, olvidando su honor, su libertad y su conciencia.
Mama Juana es la Patria adolorida, esa que fue vendida, saqueada ultrajada y violada por extraños primero, posteriormente por ciudadanos deshonestos, políticos mercenarios, comerciantes corruptos, que hoy, ya liberada se bate entre la libertad soberana, con una sola bandera o ser conquistada por el imperio. Dios te salve, Panamá.