Carta a Mama Juana

Mama te escribo por encargo de mi tío Pablo Pueblo; como sabes, está preocupado por lo que pueda pasarte. Me dice que eres una vieja madre joven. No lo entiendo Mama. Cuando le pregunto me dice que nadie sabe cuando naciste. Que te conquistaron los españoles. Que los abandonaste porque te explotaban y permitían abusaran de ti. Que te uniste al viejo Colombia para protegerte, pero igual de mal te iba. Por último te hizo caritas el fulo del norte, llamado Gringo, que te cobijó en su lecho y te cubrió con su paraguas, porque te entregó un francés.

Pablo Pueblo se muere de hambre, mama. Está enfermo. Me dice que a la altura del Oriente Chiricano se siente un fuerte olor a Tuberculosis, enfermedad erradicada en muchas partes del mundo, pero reaparece, en Panamá, producto del poco interés en la salud pública preventiva.

Sabe que estas enferma desde hace mucho tiempo, que sufres mucho. Que el síndrome de despilfarro adquirido y la “politiquitis” crónica, te tienen destruida.

Que tus hijos (los jerarcas del Estado) ni los mal llamados “padres de la patria” hacen lo suficiente para cicatrizar tus viejas heridas y mucho menos por curar las nuevas.

Que se preocupan más por defender el interés de sus partidos políticos que el futuro de tu población. Ahora quieren entregarte a la minera con las consecuencias de enfermedad y muerte, además destrucción de la flora y fauna por entrar al despilfarro económico personalizado.

Quizás los niños de hoy serán quienes paguen los platos rotos mañana, porque tendrán: Pagar la deuda externa, que es una multimillonaria. Vivir en un mundo donde “la vida no vale nada”. Soportar los malos programas televisivos, llenos de vulgaridad, con muy poco o ningún nivel educativo. Vender sus cuerpos como quien vende frutas, no habrá valor ni pudor. Quizás, incluso, lleguen a desconocer quién fuiste, porque ya no serás.

Las luchas de los cimarrones y aborígenes te hicieron Nación. Los políticos te destruyen y llevan a la perdición. Dios te salve, Panamá.

Economista, educador, humanista