El Carnaval de Panamá es mucho más que una festividad; es una joya cultural que refleja la identidad y el esfuerzo colectivo de miles de personas. Durante cuatro días, el país se inunda de música, color y alegría, y detrás de cada desfile y traje hay un equipo de profesionales que trabajan con pasión para que cada detalle brille.
Esta tradición, que se ha transmitido de generación en generación, permite a los panameños celebrar su historia, costumbres y creatividad. A pesar de algunas críticas que lo catalogan como retroceso, el Carnaval genera empleo e impulsa la economía, beneficiando a diseñadores, maquillistas, músicos, artesanos, vendedores, hoteleros, transportistas y otros sectores. Se mueven millones de dólares en comercio, turismo y producción artística, lo que evidencia su impacto económico.
Además, el Carnaval es una industria completa. Desde diseñadores gráficos, fotógrafos y modistas hasta mecánicos, electricistas y coreógrafos, cada profesional contribuye durante meses para lograr la perfección en cada carroza y presentación. Este esfuerzo colectivo hace posible que la fiesta se transforme en una plataforma para el talento y la creatividad.
Entre los carnavales más emblemáticos destaca el de Las Tablas, donde la rivalidad entre Calle Arriba y Calle Abajo se plasma en desfiles espectaculares y tradiciones como los “culecos” y el “topón” del Miércoles de Ceniza. Esta celebración une comunidades y familias, manteniendo viva una tradición que celebra el talento, la pasión y la identidad del pueblo panameño.
El Carnaval de Panamá es un legado que merece ser preservado y celebrado por su capacidad de unir y transformar la cultura en un motor de desarrollo económico y social.