El cambio climático, eran palabras que se escuchaban de parte de algunos ambientalistas y, parecía que era un fenómeno de otro mundo y que Panamá, estaba fuera de esas consecuencias que podían ocurrir; y el lobo llegó, actualmente las vivimos.
Las inusuales lluvias que se originan en periodos de la estación seca y viceversa, no son por meras casualidades; el ser humano, cada vez más influye en el clima y la temperatura de la tierra, la quema de combustibles fósiles, la tala de árboles y bosques, las enormes cantidades de gases producidos se añaden a los que se liberan de forma natural en la atmósfera, aumentando el efecto invernadero y el calentamiento global.
Cuáles son las consecuencias de estos: los productores a grandes escalas y agricultores de subsistencia son los más perjudicados para sus sembradíos y cosechas. Por consiguiente, se produce la escasez de productos de la canasta básica familiar y, por ende, comienza la especulación de los precios y el alza indiscriminada de los precios.
El traslado de los residentes de la comunidad Gardí Sugdub, una de las islas en la comarca Guna Yala, amenazada con desaparecer por el aumento del nivel del mar, producto del cambio climático, es una prueba fehaciente de los que nos espera en el futuro inmediato, sino cambiamos nuestras costumbres, serán más moradores de otros sectores del país, que tendrán que reubicarlos.
Lo ocurrido en días recientes, en el distrito de Tonosí, donde hubo aproximadamente un centenar de familias afectadas por las lluvias, tiene relación directa con el cambio climático.
