• jueves 10 de julio de 2025 - 4:05 AM

Bulling oficial: insultador y chismoso

Hasta causa gracia la retahíla de procacidad de encumbrados en esta época. Echan mano, con mucha naturalidad, a comportamientos atávicos, como si seres humanos no hubiéramos evolucionado. Insultar y chismear/bochnchear (o bochinchar) no son simples defectos personales: tienen raíces en la historia evolutiva de la humanidad. Gentuza alardea de ellos como si nada hubiera pasado en el devenir de las personas.

En nuestras sociedades basadas en la convivencia plural y el respeto, ambos comportamientos son percibidos como señales de baja inteligencia emocional, débil autogestión ética y peligro para la convivencia civilizada. El castigo más potente hoy no es jurídico: es la pérdida de capital social y capital moral.

Los comportamientos insultadores y chismosos (o bochinchosos) proceden de raíces profundas en la evolución social humana. En sociedades tribales, el lenguaje agresivo y el chisme cumplían funciones adaptativas.

El insulto afirma la jerarquía y defiende el estatus sin llegar a la violencia física. En grupos pequeños, mantiene el control y aún hoy se ve como un mecanismo de defensa o ataque simbólico.

Según Robin Dunbar, antropólogo británico, el chisme evolucionó como sustituto del acicalamiento en grupos humanos grandes: para mantener la cohesión del grupo informando sobre el comportamiento de los demás, y reforzando las normas colectivas. El chisme, por tanto, cumplía y cumple un papel regulador en comunidades pequeñas.En 2025, estamos ante una ambivalencia: a personas les gusta, lo toleran y les causa gracia y simpatía. No reparan en su sentido profundo. En muchos contextos modernos, el insulto es visto como una forma de violencia simbólica, asociada a la incivilidad, el bullying, la intolerancia o el discurso de odio. Y erosionan el diálogo racional.

El bochinche o chisme se ha estigmatizado, especialmente cuando lo ejercen mujeres (asociado a estereotipos sexistas), aunque sigue siendo y es una forma dominante de interacción informal. En el siglo XXI, con las redes sociales, el chisme digital se ha convertido en un fenómeno masivo (viralización de rumores, filtraciones, cancelaciones).

Ambos comportamientos tienen sanciones sociales difusas, aunque no siempre legales. El insultador crónico puede enfrentar rechazo social. El chismoso se enfrenta a un castigo más sutil pero efectivo: la desconfianza social.¿Conoces a algún insultador famoso? ¿Quién es un chismoso con corbata?

Docente universitario