En el West, como le dicen los residentes de la Décima Provincia, hay un poblado con un nombre peculiar: Barriada El Panty. Los historiadores del área han intentado desentrañar el origen de ese nombre, pero ante la falta de una hipótesis clara, cada quien se inventa la que le suena más convincente.
Toda esta historia, o carreta, como dicen los abuelos en los parques interioranos, sirve para introducir una situación que ha causado gran revuelo dentro y fuera del Palacio Legislativo: una diputada sacó un panty de su bolso y se lo ofreció a dos colegas, diciéndoles que se lo pusieran.
A simple vista, el gesto parece un golpe de la diputada contra sus compañeros por haber votado a favor de la reforma de la Caja de Seguro Social. Sin embargo, las explicaciones han sido escasas, y en tiempos de redes sociales, todo corre y vuela.
El proceso de reformas de la Caja está en su fase final; ya solo queda carpintería, y eso sale firmado por el presidente, según lo dijo en la conferencia del jueves.
Retomando el tema de la prenda, tampoco se sabe si fue una o varias, y la diputada ha evadido las preguntas al respecto. Lo cierto es que el famoso “roba panty” del West habría hecho bingo con el insólito episodio. Como diría la abuela: mientras más se vive, más se ve.
