El 8 de septiembre de 1943, un acto de abuso de poder marcó un hito en la historia de la Universidad de Panamá. El ministro de Educación de la época, Víctor Florencio Goytía, destituyó al profesor de Derecho Procesal Felipe Juan Escobar, hecho que desencadenó una huelga estudiantil en defensa del docente.
Este evento no solo evidenció la vulnerabilidad de la comunidad universitaria ante el poder político, sino que también fue el catalizador para una de las mayores conquistas académicas: la autonomía universitaria.
A raíz de esta controversia, por primera vez se incluyó la figura de la autonomía en los estatutos de la Universidad, y el 27 de octubre de 1943, los grupos estudiantiles que habían participado en la huelga fundaron la Federación de Estudiantes de Panamá.
Tres años después, el 1 de marzo de 1946, la Constitución de la República de Panamá ratificó la autonomía institucional de la Universidad, garantizando su independencia de las injerencias políticas y gubernamentales.
La autonomía universitaria se concibió como un escudo para proteger a la institución de los vaivenes del poder y permitirle cumplir con su misión educativa y de investigación sin interferencias externas. Sin embargo, en el siglo XXI, esta autonomía se encuentra amenazada.
La principal institución pública de educación superior está siendo utilizada como un instrumento para perseguir el pensamiento crítico y castigar a aquellos que se oponen y denuncian los excesos y abusos de las actuales autoridades.
Convenios colectivos se violan, profesores son perseguidos, trabajadores humildes son destituidos por venganzas políticas, y la independencia de los gremios es socavada, poniendo en riesgo el legado de autonomía por el que tanto se luchó.