La autonomía universitaria, principio consagrado desde la Reforma de Córdoba en 1918, garantiza el autogobierno de las instituciones educativas. Sin embargo, en la Universidad de Panamá, este concepto ha sido manipulado para crear un sistema autoritario que perpetúa a sus autoridades en el poder.
Hoy, la autonomía se está usando como una patente de corso, un permiso que antiguamente otorgaban los gobiernos para saquear barcos enemigos. Igualmente, la estructura de autoridades ha convertido la autonomía en un permiso para violar convenios y reprimir la disidencia.
La autonomía, en su verdadera esencia, es un escudo protector de las libertades académicas, del debate plural y democrático, y de los derechos laborales. No es un cheque en blanco.
Defendemos la autonomía universitaria, pero rechazamos su mal uso como patente de corso para destruir los principios democráticos dentro de nuestras universidades.
Sin democracia interna ni respeto a los derechos humanos y laborales, la autonomía pierde su valor y se convierte en una herramienta de opresión.