• miércoles 16 de abril de 2025 - 12:00 AM

Autenticidad

No hay nada más hermoso que una persona que se muestre ante otra de forma natural y auténtica. La sinceridad es un valor que aprecio y tengo en alta estima dentro de mis mapas mentales.

No resulta fácil mostrarse lo más auténtico posible, porque la interacción y la forma en que nos relacionamos las personas y formamos vínculos es muy compleja.

«Desnudar el alma» es una expresión que se emplea para embellecer los textos y se refiere a lo que les digo: ‘mostrarse tal como somos, no como los otros quieren que seamos’.

Para eso se requiere valentía y derrumbar nuestras propias barreras de comunicación. Protegernos es una forma de sobrevivencia ante un mundo que puede tornarse difícil, muchas veces necesitamos hacerlo y tomar precauciones para no salir afectados por otros.

Existe una forma en que podemos ser genuinos con nosotros mismos, y tiene que ver con el auténtico amor propio y a la humanidad.

Si nos queremos a nosotros, no permitimos que otras personas nos agredan, pondremos límites de forma sana; y, si amamos a la humanidad, jamás dañaremos a nadie. Si nuestro amor es sincero, nuestras acciones lo reflejarán.

El asunto para mí está en nuestra imperfecta forma de amar. Ella nos desequilibra y construye nuestras armaduras personales; genera abuso, hipocresía, vanidad, envidia y falsedad, entre otros vicios.

El ideal máximo del amor lo veo en Jesús: quien ama y quiere a las personas es un sujeto que irradia felicidad y será atrayente de masas, como lo fue Jesús de Nazareth. Las personas como Jesús generan pasiones porque aman verdaderamente, son coherentes en sus acciones. Jesús es un modelo de autenticidad. Aunque eso puede despertar las peores acciones y sentimientos en otros.