- miércoles 16 de noviembre de 2022 - 12:00 AM
Aprendiendo del error
Cuando nos sometemos a ser evaluados, la experiencia puede resultar para nosotros paralizante o nutriente. Somos evaluados todo el tiempo, en ambientes estudiantiles, laborales y artísticos, entre otros, en los que se tiene que revisar y juzgar el desempeño académico, laboral o profesional de una persona.
La manera en que nos relacionemos con esta experiencia y la forma en que ella se presente hacen la diferencia. Esta relación va en dos vías: quien evalúa y la persona evaluada.
«El momento de la evaluación se vive con temor y ansiedad», me dijo una facilitadora en un taller de liderazgo, «porque muchas veces las evaluaciones no se realizan con la finalidad de mejorar y aprender, sino para señalar los errores», y la experiencia se vive de forma paralizante y no nutriente. Lo podemos recordar como un suceso nefasto en nuestras vidas que no nos hace aprender de la experiencia.
En muchas ocasiones, nos perdemos la valiosa oportunidad de aprender de nuestros errores por miedo a fracasar y ser calificados y porque la forma en que estos se nos señalan puede provocar malestar en la autoestima y el autoconcepto de quien recibe la realimentación.
El concepto que tenemos de nosotros no puede estar limitado a nuestros errores porque somos mucho más que lo que hacemos, y estamos en este mundo para aprender, esto es un proceso.
Se recomienda que, a la hora de evaluar el trabajo ajeno y dar información sobre él, señalemos aquellos puntos que deben cambiarse y resaltemos lo que está bien hecho. Debemos tener presente que estamos para mejorar en la experiencia. El objetivo es que se aprenda de la prueba, no castigar el error.
Abogada, mediadora, coach