• miércoles 17 de abril de 2024 - 11:00 PM

Analfabeto político

Estaba fresco el triunfo de Varela. Hace 10 años. En un agasajo de cumpleaños me presentan al propietario de una empresa. Quedamos por tres minutos a solas, y, para romper el hilo, lo interrogo: “¿Cómo ves la victoria de Varela?”. Responde a bocajarro: “Yo no tengo que ver con eso. Todos los días tengo que ir a trabajar, como siempre”. Trágame, Tierra. Tras un silencio eterno, regresaron los anfitriones, y sirvieron los tamalitos. No hubo indigestión. Mi interlocutor, un idiota. En el sentido original de este vocablo helénico. No era tonto, aunque sí tenía una hebra. Hoy puede ser sustantivo o adjetivo y la identificación es despectiva e insultante.

Emil Beraum, politólogo limeño, reclama ese significado para el analfabeto político, el nada importa, el desentendido y el que es apolítico por omisión, pasión y atrevimiento.

De la raíz griega “idios”, referido a lo privado y a lo propio. Un idiota era alguien preocupado solo por lo privado, por lo suyo, y que ignoraba o despreciaba todo lo público. Ha cambiado mucho. En nuestro pago, desde lo público se sostiene la ideología portentosa del “qué hay pa’ mí” o el “qué hay pa’ ella”, una sofisticación en la inclusión femenina.

El Tribunal Electoral, al que funcionarios y tiempo no le faltan, debe deslindar sobre la masa de idiotas. No recuerdo conocer gente que no le guste la política, que sea analfabeto político. Ni quiero conocer. No hablo de compatriotas que aman la práctica clientelista ni zombies ni adormecidos ni pasivos. Mira la cantidad de adherentes en los partidos y aquellos que se activan en las librepostulaciones, como candidatos, activistas y peones.

En la Grecia Antigua, cuna de la democracia, se prestigiaba la participación cívica, que todos estuvieran interesados en los asuntos públicos. Que fueran la antítesis del idiota. Quienes eran idiotas eran identificados con ignorancia, analfabetismo, irresponsabilidad social y desinformación.

La palabra idiota, por aquel origen, ha llegado a nuestros días con ese significado negativo. Vivir solo en lo privado, cual lobo estepario, no es humano. Más bien ególatra.

De idiota, idiotez e idiotizar. No te idiotizaréis, no nos idiotizaremos. ¿Cuántos ciudadanos están idiotizados?

No es falta de interés por la política. Con todas sus deformaciones. Ejercitantes olvidan y otros desconocen que el sustento del poder, el político para empezar, es la legitimidad otorgada por el pueblo mediante el sufragio, como el que iremos a depositar en mayo del 24, el domingo 5. Votantes venden esa ventaja como quien vende el alma al Diablo.

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