• martes 26 de enero de 2021 - 12:00 AM

Amanda Gorman: The Hill We Climb 

Para los que piensan que la poesía no puede cambiar el mundo...

¡Poetas del futuro! ¡oradores, cantantes, músicos del futuro! / No es el presente quien va a justificarme y va a dar cuenta de mí, / Sino vosotros, una nueva camada, nativa, atlética, continental, más grande que todo lo conocido hasta ahora, / ¡Despertad! Sois vosotros quienes debéis justificarme. - Walt Whitman (Traducción: Alberto Manzano / Editorial Teorema, S.A., 1984)

Amanda Gorman es una poeta negra, joven, hay que resaltar, nació con problemas auditivos y de lenguaje, y los venció merced a la poesía La poesía fue su medio de comunicación, de resistencia, de sobreponerse a los estigmas.

Es la primera escritora designada como «National Youth Poet Laureate», a los 18 años, en 2017, por su país... (El honor es una versión juvenil de «National Poet Laureate», el cual es seleccionado por la Biblioteca del Congreso). Amanda es la prueba fehaciente de que los límites están para ser superados. (¡Y habla español…!).

El reconocimiento como «Youth Poet Laureate» no la tomó por sorpresa, ya su ciudad natal, Los Ángeles, le había otorgado similar reconocimiento en el 2014 (bueno, por aquellos rumbos algunos reconocen la poesía). Amanda externa al respecto: “Usted aporta su juventud a la plataforma de la poesía. No eres solo un embajador de la poesía, sino que además estás asegurando que las voces jóvenes estén representadas en el campo de la literatura”.

Su madre, Joan Wick, afirma: “Amanda es clara con sus principios éticos, ella se defiende a sí misma y a otros. Aunque no siempre fue fácil debido a sus propios desafíos, pero ella ha aprendido a empoderar a las personas”.

Amanda tuvo un temprano vínculo con las palabras. No obstante, el camino de la poesía no es en modo alguno fácil. Ella y su hermana gemela presentaron nacimientos prematuros. Lo que ocasionó serios trastornos físicos y de desarrollo. Amanda tuvo un diagnóstico por “trastorno del procesamiento auditivo” y mantiene dificultades para articular la pronunciación de ciertos sonidos y vocablos. “Tenía problemas para expresarse, pero sus ideas siempre eran avanzadas”, comenta su progenitora, al memorar la infancia de la poeta.

Amanda tardo bastante en aprender a leer y escribir, pero una vez encaminada se sumergió en los libros y en la escritura. “Mis retos siempre fueron una realidad para mí”, acota. “Pero también sabía que tenía fortalezas, especialmente con las palabras y la escritura”.

Su inspiración fue Maya Angelou. Después de leer la autobiografía de Maya «I Know Why the Caged Bird Sings» (Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado), ella sintió una conexión especial con la destacada poeta afroamericana. “Sentí que Maya era yo de grande”, anota Amanda. “Ella superó años de no defender lo que pensaba, todo por el amor a la poesía”.

Al mirar en retrospectiva, su madre se enorgullece de lo que Amanda ha sido capaz de lograr. “Cada niño tiene un don, tan solo tiene que ser descubierto”, afirma. “Donde hay una carencia, hay un lugar donde el niño la compensa”.

La notoriedad también le ha traído la atención de otras figuras públicas y políticas como Hillary Clinton y Michelle Obama, o actores como Morgan Freeman y Cara Delevigne. Medios como el New York Times y Rolling Stone se hacen eco de sus triunfos, y las revistas de moda hacen cola para fotografiarla.

No se llamen a error, está acostumbrada a las candilejas y a los aplausos, pero no pierde de vista su vocación de poeta, ni se olvida de aquella fuerte necesidad de transmitir el mensaje de justicia que la trajo a la escritura y, dicho sea de paso, al activismo. Como ella misma afirma: «Todo es político», cual expresa en entrevista con la revista española de literatura «Temblor Asidero Poético», que le realizó un extenso reportaje durante su estadía en España en 2019. Esta publicación incluye una selección de poemas de su primer libro «The One For Whom Food Is Not Enough» (2015) y su traducción al español, realizada por poetas como Elena López, Cristian Piné, Laura Vicente, Julio Salvador o Raúl Enrique Asencio; así como los primeros poemas escritos en español, inéditos hasta entonces, de la autora estadounidense.

Ahora. a los 23 años. declamó en la toma de posesión del presidente de su nación el texto «The Hill We Climb» que se traduce, algo así, como «La colina que subimos». Esto la une a poetas celebrados como Robert Frost y Maya Angelou. El poema de esta última «On the Pulse of Morning» (Sobre el Pulso de la Mañana), escrito para la investidura de Bill Clinton, en 1993, vendió más de un millón de ejemplares en formato de libro. Entre los lectores recientes han estado Elizabeth Alexander y Richard Blanco, con quienes Amanda ha estado en contacto. “Los tres estamos juntos en mente, cuerpo y espíritu”, afirmó la joven poeta.

“La poesía no es ciega, nos dice la escritora, no da la espalda a las evidencias de discordia y división”. Refiriéndose a hechos de violencia resientes que conmocionaron la política del vecino del norte.

En otros escritos, ella ha honrado a sus ancestros, ha reconocido y celebrado su propia vulnerabilidad (“Gloriosa en mi fragmentación”, ha escrito) y abordado la problemática social. Su poema «In This Place (An American Lyric)», escrito para la lectura inaugural de la poeta laureada estadounidense Tracy K. Smith en 2017, condena la marcha racista en Charlottesville, Virginia, y mantiene su forma de arte como una fuerza para la democracia. “Mi atlética heredera”, tal vez dijese Walt Whitman.

Para los que piensan que la poesía no puede cambiar el mundo...

¡¡¡¡¡Y quiere ser presidente de su país... en 2037!!!!!

“Le diré a Biden que estaré de regreso”, dice riendo la menuda y hermosa aeda. El tiempo lo dirá.

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Amanda Gorman: La colina que subimos

Cuando llegue el día nos preguntaremos, ¿dónde podemos encontrar luz en esta sombra interminable? En esta pérdida que debemos sobrellevar, en este mar que debemos vadear. Hemos enfrentado el vientre de la bestia, hemos aprendido que la tranquilidad no siempre es paz, y las normas y nociones de lo que simplemente es, no siempre concuerdan con la justicia. Y, sin embargo, el amanecer era nuestro antes de que lo supiéramos, de alguna manera lo hicimos, de alguna manera hemos resistido y somos testigos de una nación que no está rota sino simplemente fragmentada.

Nosotros, los continuadores de un país, y una época, en que una muchacha negra, delgada, descendiente de esclavos y criada por una madre soltera, puede soñar con convertirse en presidente, y se encuentra aquí, recitando para uno. Sí, aquí estamos, lejos de estar completos, lejos de ser prístinos, pero eso no significa que no nos esforcemos por forjar una unión más perfecta, estamos luchando por forjar una unión con propósito, para tener un país comprometido con todas las culturas, colores, carácter y condiciones de los hombres.

Así que elevamos nuestras miradas, no a lo que se interpone entre nosotros, sino a lo que se encuentra ante nosotros. Cerramos la brecha porque sabemos que, para poner nuestro futuro por delante, primero debemos dejar de lado nuestras diferencias. Dejamos las armas para poder tendernos las manos, los unos a los otros, para buscar no hacer daño a nadie y encontrar armonía para todos.

Que el mundo, aunque no diga más, pueda decir: esto es cierto, aunque nos afligimos, crecimos; incluso cuando estuvimos dolidos, esperábamos; aunque nos cansamos, lo hemos intentado. Siempre estaremos unidos, victoriosos, no porque nunca más conoceremos la derrota, sino porque nunca más sembraremos la división.

La Escritura nos dice que concibamos que cada quien debe sentarse debajo de su propia vid y de su propia higuera y nadie debe hacerle temer. Si vamos a vivir en lo mejor de nuestra época, entonces la victoria no estará en los bordes, sino en todos los puentes que hemos construido.

Esa es la promesa que nos debe alegrar, que cada colina que subamos este allí por todos, que todos nos atrevamos, porque ser estadounidense es más que un orgullo que heredamos, es el pasado en el que entramos y cómo lo reparamos. Hemos visto fuerzas que destrozaron nuestra nación en lugar de compartirla. Eso pudo destruir a nuestro país, si ello significa retrasar la democracia, y ese esfuerzo casi tuvo éxito. Pero mientras que la democracia, periódicamente, puede enfrentar tropiezos, nunca podrá ser derrotada permanentemente.

En esta verdad, en esta fe, confiamos, porque mientras tenemos nuestros ojos en el futuro, la historia tiene sus ojos en nosotros. Esta es la era de la justa redención que temíamos en su inicio y no nos sentíamos preparados para ser los herederos de una hora tan aterradora, pero dentro de ella encontramos el poder de crear un nuevo capítulo, para ofrecernos esperanza y alegría. Así como una vez nos preguntamos, cómo podemos prevalecer sobre la catástrofe, ahora afirmamos, cómo podría prevalecer la catástrofe sobre nosotros.

No volveremos a lo que era, sino que nos moveremos a lo que será, un país que está herido pero entero, benevolente pero audaz, feroz y libre. No nos daremos la vuelta, ni seremos interrumpidos por la intimidación, porque sabemos que nuestra inacción e inercia serán la herencia de la próxima generación, nuestros errores se convertirán en su carga. Sin embargo, una cosa es cierta: si fusionamos la misericordia con el poder y el poder con el bien, entonces el amor se convierte en nuestro legado y cambia el derecho de nacimiento de nuestros hijos.

Así que dejaremos un país mejor que el que recibimos, con cada aliento del bronce, de nuestro pecho golpeado, vamos a convertir este mundo doliente en uno maravilloso. Nos levantaremos desde las colinas doradas de occidente, nos levantaremos del noreste, donde nuestros antepasados lanzaron por primera vez la revolución, nos levantaremos desde las ciudades bordeadas por los lagos de los estados del medio oeste, nos levantaremos del sur soleado, reconstruiremos, reconciliaremos y recuperaremos cada rincón conocido de nuestra nación, cada rincón amado de nuestro país, donde un pueblo diverso y hermoso emergerá, maltratado y hermoso, y, cuando, llegado el día, salgamos de las sombras, de las llamas, sin miedo, el nuevo amanecer florecerá a medida que lo liberemos, porque siempre hay luz si somos lo suficientemente valientes como para verlo, si sólo somos lo suficientemente valientes como para alcanzarlo.

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