• lunes 04 de julio de 2011 - 12:00 AM

Abusos verbales

Nuestros políticos se han empeñado en darnos un pésimo ejemplo cuando agarran un micrófono, y a veces llegan al punto del ridículo cuand...

Nuestros políticos se han empeñado en darnos un pésimo ejemplo cuando agarran un micrófono, y a veces llegan al punto del ridículo cuando usan palabras que podrán ser de uso común en la jerga de los pela’os o de los amigos de parranda y juego, pero que definitivamente, no ayudan a elevar el nivel cultural y educativo de los que tenemos que aguantarnos sus mamarrachadas a todas horas.

Los profesores de Español, los miembros de la Academia de la Lengua y los oradores deberían pronunciarse por el maltrato que, en tiempo récord, ha sufrido nuestro precioso idioma, a través de todos los medios de comunicación. Igualmente lo deben hacer los comunicadores, porque a menos que sean programas como La Cáscara, esas licencias no deben ser permitidas. Estoy segura que ni ellos se atreven a tanto, pero seguramente, con tan mal ejemplo, la van a emprender de lo lindo.

Los muchachos del creativo programa radial Proyecto Criollo, en sus sátiras jocosas decían que el zoológico de San Diego va a sacar un espectáculo itinerante próximamente donde participarán los diputados de la Asamblea, pero debería incluir un show de bromas en el que se tratara de satirizar todas las palabras acuñadas en la última semana, que definitivamente batió récord en el desprecio a las personas, por parte de los funcionarios que, haciéndose los graciosos, caen en desgracia.

Si algo ha caracterizado a los que ostentan hoy día los puestos de dirigir este país, es la poca destreza en manejar la oratoria de altura, y tal parece que los que lo hacían –hay un par de ministros que tienen experiencia en estructurar ideas mediante la oratoria – se les ha contagiado la lumpenización de los locos, búfalos, pitufos y otros especímenes que hay en el circo local. No nos quejemos después que salimos mal en todos los exámenes que evalúan la educación de nuestro país cuando por un lado va el supuesto desarrollo rampante que se ve sobre la silueta de la ciudad capital, y por otro, la gente habla, se expresa y escribe cada día peor.

Vuelvo a recordar una frase que se le atribuye a Abraham Lincoln: ‘Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo’. Todos queremos crecer, tanto económica como culturalmente, empecemos por dar el ejemplo y hablemos bien, expresémonos correctamente y no abusemos de nuestro idioma.

LA AUTORA ES ARQUITECTA Y EXMINISTRA DE GOBIERNO

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