Desde ya feligreses de todas partes del país y aún de fuera encaminan sus pasos a Portobelo. Es la cita con el Cristo Negro, la Fiesta del Naza. Aquel a quien pides y cumple, según testimonios de fe de muchos que han acudido a su encuentro. Vuelven las mandas dolorosas, las contribuciones para aliviar hambre y sed en el trayecto; así como la entrañable necesidad de estar cerca de la misteriosa figura cubierta de mantos morados, destellos dorados y mirada profunda.
Y es que las peticiones por sanación y por mejores condiciones son reiterativas, en presencia o a distancia, en voz alta o en silencio. Lo importante es creer con fe y devoción. Sin embargo, ante circunstancias en las que nos encontramos, con una situación política-económica y social compleja y difícil vale elevar plegaria para equilibrar, optimizar y lograr cambios reales en nuestros respectivos entornos.
Esas peticiones de nuestro corazón van de la mano del agradecimiento permanente por luces de esperanza y por acciones, que aún sin comprenderlas del todo, permite estar consciente de que existe una fuerza espiritual que te aleja de aquello que no es para ti, no funciona o simplemente no está en la línea de crecimiento que te corresponde. ¡Por eso y más, gracias!.
No es la figura de yeso que marca la diferencia. Es la vivencia de cada uno, son las respuestas a clamores, que hacen crecer la fe en el milagroso Cristo de Portobelo, que suma esperanzas, resta temores, multiplica oración y divide lo cierto de lo incierto. Así que, desde ya, suénalo Maelo: El Nazareno me dijo que cuidara a mis amigos. ¡El 21 de octubre es la fecha!.
