Hay que cortar el río de sangre
- domingo 17 de junio de 2012 - 12:00 AM
Cualquiera sabría, si mirara el sangriento panorama de Siria, que la situación allí ya rebasó el límite de lo tolerable. Cuando los mismos observadores de la ONU han suspendido su misión debido al aumento de la violencia, es que la situación no es manejable ni segura. Las noticias hablan de ‘48 muertos’ en las últimas horas.
Son 300 los observadores que dejan de patrullar. Lo cierto es que desde que llegaron al país, en abril pasado, para supervisar un alto el fuego que nadie ha respetado, lo único que han constatado es el fracaso del plan Annan para la paz. Además de haber sido blanco, ellos mismos, de los ataques. El gobierno sirio lo ve como estrategia de los rebeldes para mostrar la situación como insostenible. Atacar a los observadores no significaría que todo el mundo esté en peligro. Pero van más de 3,300 muertos desde que llegó la misión -hace dos meses- y su responsable, el general Robert Mood, dice que hay ausencia de voluntad por ambas partes y ‘civiles inocentes, mujeres y hombres mueren todos los días’.
La Casa Blanca ha reiterado su petición de que al-Assad, un dictador dinástico, abandone el poder. La situación ‘está llegando al llegadero’ y ahora sí, Washington parece empeñado en una transición política. Inglaterra le apoya. El Consejo Nacional Sirio advierte que 30 mil soldados y milicianos pro Assad rodean la ciudad de Homs. En cualquier momento sus habitantes pueden ser aniquilados. Es vergonzoso. Una vergüenza que no quieren compartir todos los militares. Ya son 10 generales sirios los que han desertado hacia Turquía. Mientras, 800 civiles musulmanes y cristianos suplican a la Cruz Roja y a la Media Luna Roja, los rescate del sitio de la ciudad de Homs. Son básicamente mujeres, niños, lisiados y ancianos. Alguien tiene que parar esta vergüenza.