- miércoles 24 de diciembre de 2025 - 12:00 AM
Extendido sobre 280 metros cuadrados, con 1.750 figuras -650 de ellas en movimiento-, ríos, cascadas, nieve y sonido ambiental, el pesebre expuesto en la Basílica del Voto Nacional, en Quito, se alza como el “más grande de Sudamérica” y como una experiencia que desborda fe, creatividad y asombro.
Comenzó hace 22 años, cuando el sacerdote Jimmy Arias, ahora fallecido, buscó una “Navidad diferente, catequizar por medio de un pesebre”, contó a EFE Alexei Arias, de la fundación dueña del llamado ‘Belén encantado’, en el que se representa la infancia de Jesucristo en 13 escenas, desde el anuncio “del ángel a María hasta que está perdido en el templo entre los doctores de la ley”.
Un río de 26 metros de largo cruza el pesebre, que tiene más de un centenar de construcciones típicas hebreas de la época, vegetación variada, diversos puentes, cascadas, nubes en las que se ven rayos, se escuchan truenos y de las que cae una lluvia constante.
“Es una inmersión muy bonita” en la que se recuerda la infancia de Jesucristo y se recrea “un poquito la historia” no solo de la arquitectura sino de las actividades de la época, dijo al explicar que gran parte del belén está hecho con espuma de poliuretano.
Setenta días tardó la instalación del pesebre en la nave central de la Basílica, que se levanta majestuosa en lo alto del centro histórico de Quito, donde cientos de fieles y turistas visitan el pesebre al que la Fundación padre Jimmy Arias cataloga como “el más grande de Sudamérica”.
Desde la Basílica, se ve el monumental pesebre del Panecillo, una de cuyas principales figuras es la Virgen, uno de los monumentos más emblemáticos de Quito, que con sus 41 metros de alto (incluyendo la base), es una de las estructuras de aluminio más alta del mundo.