La rana que quería ser una rana auténtica

El cuento del Martes del 26 de junio del 2018
  • martes 26 de junio de 2018 - 12:00 AM

En la colección La oveja negra y demás fábulas, Monterroso utiliza esta técnica narrativa particular para - entre otras cosas - contar sobre la historia de una rana ‘que quería ser una rana auténtica', por lo que compró un espejo que la ayudara a encontrar esa autenticidad. Pero el espejo a veces no le daba la respuesta esperada, porque así es de difícil la autoestima, funciona como le da la gana y de acuerdo - también - a factores externos que no podemos controlar.

Así que la rana pensó que era mejor apoyarse en la opinión de la gente para conocer su propio valor, y ahí fue donde verdaderamente se complicó la vida. ¿Cómo no? La opinión de los otros es el peor lugar para buscarnos. La impaciencia, la aparente necesidad de que nos acepten y el falso terreno del reconocimiento público nos arruinan, porque no hay manera de complacer a quien no te quiere.

Imagínense que la rana se percata de que lo que más admiraban de su cuerpo eran las piernas, y empieza ella a darle por ahí. Que si sentadillas, que si saltos y toda clase de ejercicios, hasta que ‘sentía que todos la aplaudían', porque las ancas le estaban quedando cada vez mejores. Ya ‘dispuesta a cualquier cosa para lograr que la considerasen una Rana auténtica', la protagonista se dejó arrancar las ancas, porque ahí ya lo que la gente quería era comerse esas apetitosas maravillas y todo el tema del reconocimiento les importaba tres pepinos. Sólo ella seguía pensando que la apreciaban, que ya había quedado bien con la sociedad, pero así de duro como fue siempre Monterroso, al final ella logra escuchar que decían de ella, que estaba tan buena, ‘que parecía Pollo'.

Dedico esto a una amiga, que tal vez no creyó ser una rana auténtica y que tuvo que aprender a las malas a no complacer a nadie en sacrificio de su integridad.