La princesa que perdió las palabras (II parte)
- sábado 17 de junio de 2023 - 12:00 AM
Ya iba a caer la tarde y la noche se acercaba. Ambas acordaron que la bruja Úrsula, que ya había concedido a la Sirenita su deseo de poder subir a la superficie, podría concederle a Lucía su ansiada libertad.
Así, ambas su sumergieron en las olas hasta llegar al palacio de Úrsula en el fondo del mar. Allí, la temible bruja le propuso a Lucía darle alas como los pájaros para que cada día pudiera volar libremente por el mundo sin rendir cuentas a nadie. Lucía emocionada accedió. De inmediato, Úrsula le dijo:
Lucía frente a la bruja Úrsula al fondo del mar
-Pero tienes que darme algo a cambio.
-Lo que quieras, contestó Lucía.
-Lo único que quiero son tus palabras.
Sin darse cuenta de lo grave de la propuesta, Lucía aceptó.
Regresaron a la superficie. Lucía estaba feliz al ver que le salían unas enormes alas. La Sirenita con lágrimas en los ojos, se despidió de ella, quien prometió venir a visitarla con frecuencia pues con sus nuevas alas, recorrería distancias en corto tiempo.
Al regresar al palacio, quiso expresar su alegría con los bellos versos que conocía, pero se sorprendió al no poder pronunciar bellas palabras.
Pensó en las flores que tanto amaba y no recordó sus nombres, pensó en sus queridos animales y no pudo llamarlos.
Todos en el palacio notaron el cambio.
El Rey y todos allí estaban desesperados y tristes. Se preguntaban qué le había pasado a la princesa que había olvidado las palabras.
La princesa volaba por el mundo, conocía hermosos lugares, pero no podía expresar sus emociones con palabras.
Entonces y solo entonces comprendió el valor de las palabras y quiso recuperarlas. Voló hasta la orilla del mar y esperó pacientemente que su hermana, la Sirenita subiera a la superficie como lo hacía todas las tardes.
Allí, sobre la arena, las dos hermanas se abrazaron y conversaron por largo rato.
-Te llevé donde Úrsula, que fue quien me quito mi voz en intercambio por mis piernas. Pero ella también podrá recuperarte tus palabras, pero tendrás que entregar tus alas.
Al oír esto, Lucía se puso a llorar. Pero su hermana sabiamente le aconsejó:
Lucía, querida hermana, cuando yo quise ser lo que nos soy perdí mi mayor tesoro, mi voz. Tú quieres ser libre como el viento y te dieron alas, pero no eres pájaro. Perdiste tus palabras que eran las alas de tu imaginación.
Lucía se quedó pensativa un rato y asintió con la cabeza.
Ambas se sumergieron en las olas y llegaron donde la bruja Úrsula, quien ya las esperaba.
-Sabía que regresarías igual que tu hermana. Quise darte la oportunidad de volar con alas como los pájaros. Aprende que cada cual interpreta la libertad a su manera. Tú eras libre desde tu palacio, tus palabras te permitían volar y hacían volar a los que las escucharan. Espero hayas aprendido la lección.
La tercera y última parte será publicada la próxima semana.