- martes 30 de mayo de 2023 - 12:00 AM
La lectura representa una acción transformadora que posibilita que los seres humanos desarrollen la capacidad de reflexión, crítica y análisis de los hechos que suceden en la vida cotidiana.
Las oportunidades que se abren a partir de las múltiples opciones lectoras hacen la diferencia en el conocimiento y el desarrollo cognitivo del cerebro, por lo que somos también producto de lo que leemos. Leer es un acto voluntario que nos permite evolucionar como individuos y tener, incluso, ventajas comparativas sobre los demás.
El plan nacional de lectura que desarrolla el Ministerio de Cultura (antes Inac), desde el año 2005 y el proyecto Mupa Lee y Mupa Escribe desde la Alcaldía de Panamá desde el año 2020 son dos espacios relevantes ejecutados por instituciones del Estado para fomentar en las comunidades la apropiación del concepto y la acción lectora.
La necesidad de establecer presupuestos acordes que fortalezcan estos proyectos y los expandan a otras regiones del país es impres cindible.
La capacidad del libro de ser un instrumento de transformación es innegable. La lectura abre la mente, potencia al ser humano y puede llevarlo con mayor facilidad a cumplir las metas y objetivos que se ha propuesto. Por medio de estas herramientas podemos encontrar los caminos del éxito, conquistar nuestros sueños o entender mejor al mundo.
En el siglo XXI todavía existen en nuestro país estadísticas incómodas de analfabetismo que requieren la intervención del Estado, pero también es preocupante el otro tipo de analfabetismo que afecta a los ciudadanos.
El analfabetismo funcional es la incapacidad para comprender, analizar y concluir con planteamientos bien fundamentados la lectura de un libro, documento o escrito. Es uno de los males que afectan el desarrollo de los seres humanos y limita la posibilidad de superación en el mundo profesional.
Francis Bacon, afirmó que los libros de historia hacen al hombre instruido, la poesía lo hace ingenioso; las matemáticas, perspicaces; las ciencias físicas, profundos; las ciencias morales, graves; la lógica y la dialéctica, aptos para el debate. El común de todos estos elementos es la lectura que estimula el aprendizaje y la asimilación de conceptos para que nos preparemos para enfrentar los retos actuales de la sociedad.
Necesitamos ponernos de acuerdo con políticas públicas que estimulen el interés por la lectura y permitan la igualdad de oportunidades para que los ciudadanos tengan los espacios para desarrollar sus capacidades y habilidades lectoras. Es importante considerar que parte de las políticas públicas que se establezcan tienen que vincular a los sectores vulnerables para que puedan tener acceso a lecturas adecuadas y guías indispensables para desarrollar estas capacidades.
El Estado debe abrir el espacio y brindar un presupuesto acorde a cumplir con este objetivo – país porque de nada sirve el desarrollo económico, grandes propuestas en proyectos de infraestructura, que la economía crezca o que el PIB presente cifras envidiables en comparación a otros países si no logramos que seamos ciudadanos instruidos, conscientes, pensantes y propositivos en una sociedad que cada vez nece sita más de las personas.
Para tal efecto, deberíamos procurar propuestas innovadoras para fomentar la lectura que no solo deben surgir del sistema educativo actual. La realidad es que con sus pros y sus contras no se logra crear el hábito en los niños, niñas y adolescentes y menos la lectura compresiva. Este proceso queda limitado a leer por cumplir o sin asimilar el mensaje real que nos posibilitan los textos escolares. Esta forma mecánica de leer es lo que tiene a una sociedad limitada o poco afín con el placer que solo produce la lectura.
Falta mucho por hacer y el Estado debe brindar precisamente eso, un sistema atractivo, innovador y capaz de que dediquemos tiempo a leer para que seamos mejores ciudadanos y comprendamos mejor el entorno, el presente y podamos ser parte decisiva del desarrollo futuro del país.