Panamá celebra el Día del folclor

Fecha internacional fue establecida por la Unesco
  • viernes 22 de agosto de 2014 - 12:00 AM

HOMENAJE

La República de Panamá, al igual que otras naciones del mundo celebra hoy, 22 de agosto, el Día Internacional del Folclor. La fecha conmemora el momento histórico en que William John Thombs utilizó, por primera vez de manera pública, el término folklore que significa etimológicamente saber del pueblo.

La fecha es propicia para celebrar la identidad cultural de los panameños a través de las manifestaciones folklóricas que los identifican como nación.

Algunos critican, sin conocer de folclor, a aquellos que intentan preservar las tradiciones panameñas con el respeto y hasta devoción que éstas merecen como parte del patrimonio cultural panameño.

A pesar de que existe cultores del vernáculo que quieren aferrarse al pasado; otros están abiertos a la innovación. Pero, esta apertura debe ser gradual y aceptada por el pueblo quien es, a final de cuentas, el que decide qué es folklórico y qué no lo es.

La innovación está incluida como una de las características del hecho folklórico bajo el parámetro de la plasticidad que no es más que el cambio gradual que se da a través del tiempo en toda manifestación del vernáculo. Un cambio que el pueblo acepta, no la improvisación e imposición de unos pocos. De hecho, el folclor no nació puro.

En el caso panameño es producto de la mezcla de la cultura autóctona y de la herencia africana y española que en una fusión maravillosa crearon tradiciones ancestrales. José Antonio Mc Gregor, especialista y expositor internacional, recuerda frecuentemente que en lo puro no hay futuro porque antes que puro fue mezcla.

Con el transcurso del tiempo y ante la indiferencia de las autoridades se han perdido y están en proceso de extinción muchas manifestaciones propias del istmo panameño.

Los juegos y rondas como compañerito pío pío, el escondido, cuatro esquinas, 1,2, 3 pan queso y ni hablar de las rondas Doña Blanca, La Señorita, Componte Niña y el Florón, entre otras han ido perdiéndose de las horas de ocio de los niños quienes hoy prefieren los juegos computarizados y las unidades de comunicación digital que los conectan a las redes sociales y apartan de su entorno cultural.

Ya casi desapareció la pintura popular en los autobuses borrando con ello parte de la identidad visual de la capital panameña.

Para los panameños el folklore aún existe y existirá mientras hombres y mujeres, alumnos, vecinos, sobrinos e hijos lo fomenten en su comunidad.

Para el hombre del campo no existe el patrimonio cultural inmaterial. Este existe para los académicos. Para aquellos que bajo los parámetros de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) trabajan en el rescate, registro y conservación de técnicas y conocimientos de cómo llevar a la materialidad y divulgar esas manifestaciones culturales del pueblo.

Aún hoy, estamos a tiempo de salvar nuestro folclor, nuestro arte popular que corre el riesgo de perderse ante la indiferencia de las autoridades y los avatares que trae la innovación tecnológica.

Debemos revalorizar nuestras manifestaciones populares y legislar para darle su justo valor dentro del patrimonio cultural y la memoria histórica de la nación panameña, a través de sus personajes y obras. No se trata de aislarse y huir del proceso de mundialización. Se trata, de respetar lo local nutriéndose de lo global como diría Mc Gregor.

Hoy más que ayer, se hace necesario e impostergable realizar un inventario oficial de las manifestaciones culturales panameñas, de protegerlas legalmente aunque sea a nivel municipal y de candidatizar a algunas de ellas para ser inscritas con el beneplácito de la UNESCO en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.