El Carnaval de antaño era la sensación
- viernes 09 de febrero de 2024 - 12:08 AM
Esta noche arranca la farsa en la capital con la coronación de las cuatro reinas, cada una presidirá un día de fiesta. Según la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), este año rescatarán el Carnaval de antaño extendiendo las actividades hasta el Casco Viejo ¿Pero cómo era realmente aquella celebración?
El catedrático Milcíades Ortiz era uno de esos jóvenes que se trasladaban desde el corregimiento de Parque Lefevre hasta la famosa Peatonal y el Casco Antiguo con el fin de pasarla amenamente. Recuerda que apenas alcanzaba los 14 años.
Observaba como la multitud tomaba el transporte rumbo a la gozadera, algunos se disfrazaban, como por ejemplo hombres vestían con ropa y zapatos de mujer para hacer jocosa la ocasión.
Los carnavales eran organizados por miembros del Club Unión, sin embargo, todo el pueblo tenía participación. Ellos escogían a la reina, cuya coronación y lo que hoy es llamada la tarima principal estaba apostada en el Hotel El Panamá. El resto de los días la soberana visitaba todos los toldos. Además, la atracción eran los reconocidos artistas nacionales e internacionales.
En la conversa, Milcíades se remontó a la época de los 50, en la que los espectadores se divertían sanamente. Como era menor de edad no podía acceder al espacio de los adultos, pero miraba desde la distancia.
Lo que sí disfrutaba era del desfile por toda la Peatonal, veía a la reina engalanada con lujosos vestidos, las carrozas, las murgas y las comparsas. La gente tiraba confeti, serpentina, había risas, alegrías, los adultos tomaban algo de licor y las peleas casi que no se registraban.
“En esos carnavales salían los resbalosos, eran personas que se echaban grasa en el cuerpo para asustar a los niños y querían abrazar a las muchachas. En los barrios había diablitos que pedían plata”, siguió contando Ortiz.
Milcíades hoy mira la gran diferencia de cómo se llevaban a cabo las fiestas del rey Momo en Panamá. Los toldos ya no tienen la misma intensidad, lo que a él le gustaba era que abrían espacio para la juventud, permitiéndoles que en horas de la tarde entraran a los saraos. También considera que las comparsas no son lo mismo.
Era la verdadera fiesta del panameño en la que acabada cada noche el público se retiraba tranquilamente sin peligro. Han pasado los años y solo queda contarle las vivencias carnestolendas a las nuevas generaciones.