Aristides Ureña: diálogo íntimo con Aristeides Turpana

Que un monaguillo (el mejor de la isla) vivió -de niño- bonitos sueños que volaron antes de él a la ciudad capital. 
  • miércoles 14 de octubre de 2020 - 9:47 AM

Me hiciste una promesa que no cumpliste, me dijiste que ibas a salir ganador, como siempre has hecho en tus batallas. También me dijiste que a pesar de tus fuertes quebrantos ibas a venir a compartir en mi terraza un vinito tinto.

Que muchas cosas teníamos que hablar, que no todo habías dicho en tus largas tertulia para la entrevista que me pediste.

Que un monaguillo (el mejor de la isla) vivió -de niño- bonitos sueños que volaron antes de él a la ciudad capital.

Un cuartito, tres calzoncillos, tres pantalones y  cuatro camisas baratas de color blanco, comprados en baratillo de las tiendas de los judíos en Calidonia...y un compromiso de  honrar AYUDAR LA MISA DE SEIS DE LA MAÑANA en la Iglesia de CRISTO REY.

Y tu petición personal para nuestra encuentro: comprender tu preocupación por dejar claro TESTIMONIO de tu producción artística  antes de tu muerte...y te prometí "que eso nunca iba suceder, pues tu vida y obra es natura de interés para el culto panameño"...y eso te escribí al terminar mi llamada, por  WhatsApp para que nunca lo olvidarás.

Esta noche -al saber de tu partida a las 5pm de la tarde- al cerrar los ojos fui capturado de una grande tristeza, un vacío dentro mi.

Pues las palabras viajan como los vientos y las tuyas, eran vendavales de emociones.

Sobre el pedestal de nuestra patria, yacen esas lágrimas que muchos quieren olvidar, sobre esa montaña de calvario, se cimienta el Golgota de nuestra olvidaba literatura...pues el talento panameño atrapado en frágiles cuerpo ..cumplen con dignidad y extraordinaria energía el dotar a un país de una cultura en el cuál todos nos sentimos orgullosos. Y tu hermano Arysteides eres uno de esos personajes.

No sé si dejarte ir a tu demora de dioses, pues me prometiste que te quedarías y te sentíamos parte de nosotros, de nuestra lucha..que ibas a ganar tu batalla. Pero tu viaje dejo de llevar sus cargas e iras a ese mundo que bien narraste, que tu soñabas desde tu isla y que nos enseñaste amar.

Ya vendrás a encontrarme y hablar conmigo desde tu celular desde tu Edén.

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