Las Águilas Metropolitanas se coronaron campeonas de la primera Serie de las Américas de una manera espectacular, dejando su huella en este torneo recién nacido.

En una edición cargada de emociones, las Águilas demostraron su grandeza desde el inicio, superando a algunos de los equipos más armados. Todo comenzó desde Probeis.

Dieron una muestra de gallardía al vencer a los Federales de Chiriquí en semifinales, un equipo complicado, pero las emplumadas no solo mostraron su fortaleza, sino también su carácter, dejando en el camino a uno de los rivales más temidos.

Después le tocó la final, contra los Atlánticos, a los que eliminaron en cinco partidos.

Con esa responsabilidad se fueron a Nicaragua, clasificaron de cuartos en la ronda regular con marca de 3-2, etapa que cerraron con derrota ante Curazao 11-8.

En las semifinales se vuelven a enfrentar, pero esta vez Panamá cayó bocas, porque superó 7-0 a los curazoleños que tenían una ofensiva de temer.

Pero el camino sorprendente de las Águilas seguía, ahora el rival era el local, Nicaragua, al que doblegaron 3-1 la noche del jueves en un partidazo.

Con más de 15.000 fanáticos al borde de sus asientos, Las Águilas se impusieron. Fue una victoria épica, una de esas que quedarán grabadas en la memoria de todos, después de una década de fundación levantaron dos trofeos.

Sebastián Arroyo estuvo al frente de este barco, al que llevó a puerto seguro, con dos copas.

“Bien contento, con el objetivo que salimos de Panamá, se cumplió y feliz”, fueron sus primeras palabras.

“Desde el día uno que armé el equipo les dije: “Señores, aquí no hay nombres, sino gente que quiere venir a jugar pelota, a dar el 100 %”; cada vez que estábamos al borde de la eliminación, ellos sacaban su 100 %, tengo unos líderes increíbles y la verdad que bien agradecidos con ellos. El equipo nunca se rindió y aquí están los resultados”, comentó Arroyo muy emocionado.

Ahora dejaron la vara alta para el próximo campeón de Probeis, pues tendrá que defender la corona en el 2026 en Panamá.