Relación de profesor a padres de familia

No siempre el niño tiene la razón
  • miércoles 22 de marzo de 2017 - 12:03 AM

FAMILIA

Los profesores tienen mucha más conciencia del rol que juegan los apoderados en los resultados escolares que los propios apoderados. Ellos saben que cuando los papás se interesan en cómo les va a los niños en el colegio, las notas son más altas y el comportamiento mejor.

Las exigencias de la vida contemporánea con sus jornadas de trabajo que no siempre terminan a la hora prevista, la incorporación de la mujer al campo laboral y la disminución de la cantidad de hijos por familia, han modificado la relación de los padres con la escuela.

Los apoderados tienen mucho menos tiempo que antes para pasar con los hijos. Por eso cuando el profesor señala algún aspecto que los niños podrían mejorar, no es raro que pongan resistencia. Pero, ¿y si el profesor tuviera la razón?

La psicopedagoga Marcelina Vega, piensa que los niños son más consentidos que antes, y trasladan esa situación a la escuela. Por eso cuando se dan los problemas no es porque ello responda a una situación de conducta sino más bien de manejo de los padres en la casa, de respeto por el adulto.

En general, Vega no ve demasiados problemas en la relación profesor apoderado, pero admite que algunos padres desautorizan al profesor. ‘Antes los profesores eran gritones por naturaleza y su posición no se discutía; mientras que hoy existe mucha más vigilancia paterna respecto al rol del profesor', dice.

Esta nueva realidad no es negativa si no se llega a la exageración de discutir con el docente la nota que ha sacado el niño en la última evaluación.

Entre los argumentos más frecuentes de los papás ‘reclamones' están que los profesores no se preocupan del alumno o que fueron demasiado exigentes en las pruebas, que no entregaron todos los contenidos, que no le dijeron las cosas claras, que no hicieron las clases como correspondía porque el alumno aprendió menos o que en la evaluación ‘tiraron a partir'. Son quejas evidentemente transmitidas directamente del niño.

Los profesores pueden equivocarse, es cierto, pero hay que admitir que es más probable que los niños lo hagan o que estén sentidos por algo que consideren injusto. ¿Cómo podemos averiguarlo? Conversando con el profesor como adultos, sin darle la razón a priori a nuestros hijos.

Si desautorizamos al docente frente a los niños, no estamos contribuyendo a que aprendan más.

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