- miércoles 25 de junio de 2014 - 12:00 AM
Cuando hablamos de verdades y mentiras se nos hace difícil clasificar un nivel en cada persona.
Cada quien tiene una perspectiva diferente de las situaciones en que se encuentran envueltos a diario y es el mismo individuo quien decide manifestar las cosas tal cual sucedieron o no.
Mentir no es únicamente ‘no decir las cosas como son’, sino también es simular, intrigar o fingir, probablemente no exista una persona en el mundo que no haya dicho mentiras con el fin de ocultar una verdad que pudiera generar reacciones como enojo, criticas y castigos.
Este tipo de postura mitómana genera en las personas inseguridad, desmotivanción y baja autoestima.
El individuo que es pretencioso lo hace por desacreditar a los demás y cree que con sus acciones pueden lograr reconocimiento ante otras personas.
Las famosas mentiras piadosas o mentiras blancas no existen, todas son mentiras y no hay una categoría para clasificarlas, se dicen con alguna intención y luego se torna en un mal hábito.
Los mentirosos patológicos aun en psiquiatría no se les considera portadores de una enfermedad como tal, pero puede presentar síntomas dando referencia a que el individuo padece de alguna otra enfermedad, tales como el trastorno narcisista de personalidad o trastorno antisocial.
Este tipo de persona no buscará ayuda por su cuenta, por eso es necesario tener en cuenta que los síntomas más comunes son: los cambios de humor repentino, comportamiento impulsivo, la indiferencia habitual por los sentimientos de los demás, pueden sugerir que la mentira va más allá de un comportamiento patológico.