Vidal y sus regalos

Dos cosas le quitaban el sueño a Vidal. La primera, que Ramira, su mujer, descubriera que desde el tercer día de casados ya andaba con o...
  • lunes 09 de diciembre de 2013 - 12:00 AM

Dos cosas le quitaban el sueño a Vidal. La primera, que Ramira, su mujer, descubriera que desde el tercer día de casados ya andaba con otra, y la segunda, que la exuberante Doroty, su amante lo cambiara por otro. ‘Me mataría la tristeza si ella me deja’, le decía a sus amigongos, quienes le aconsejaban que la dejara antes de que se descubriera el tamal. Vidal había tratado de dejarla, pero se volvía pura intención apenas se perdía en los brazos de la experimentada dama, que no por gusto había pasado su juventud de querida de hombres bien plantados. Anduvo unos días alejado de ella, ‘tratando’ como decía él, y ya casi lo lograba cuando, por boca del bochinchoso que está en todas las esquinas, supo que ya Doroty andaba en conversaciones para ponerle sustituto. Se llenó de celos y empezó a tener problemas en el hogar, donde dejaba el plato tal como se lo servían, ya no veía televisión ni hablaba con nadie de la familia. El día que se percató de que llevaba 72 horas sin bañarse supo también que tenía que reconciliarse con Doroty o la vida se le volvería insufrible.

Le costó un par de billullos la recfonciliación, pero al final ella accedió, y, para hundirlo más, le salió con una serie de acrobacias de cama que por poco Vidal decide quedarse para siempre a vivir con ella. Finalmente, cordura mató a pasión, y Vidal regresó al hogar.

Luego vivieron una semana de aparente tranquilidad, pero la armonía se rompió cuando la amante exigió que quería que Vidal le llevara el regalo el mismo Día de la Madre. Es ese día o no te recibo más, lo amenazó por teléfono, de manera que Vidal pasó el día entero acechando el momento para ir, ‘en un saltito’, a comprar el presente y a dejárselo. Ni una cosa ni la otra, Ramira se plantó como lo que era, la reina de la casa, y no salió ni a la esquina, por lo que su marido se mantuvo, además de angustiado, con el celular apagado y hurgando en los revovecos de la mente una mentira que Doroty pudiera creer.

Al día siguiente fue el primero en entrar al centro comercial, de donde salió encartuchado, tomó un taxi y llegó en pocos minutos adonde la sensual Doroty, quien lo recibió encarada, pero le escuchó la excusa, y luego dijo: Todo está bien, Vidalito, tranquilo, no ha pasado nada, no os preocupéis, nada ha pasado. Y lo despidió amablemente. Vidal se fue pensando qué habría detrás de esa actitud, pero la duda se le despejó en menos de una hora, cuando Doroty llegó a su casa, a su sagrado hogar, a, según ella, a poner las cosas en orden. ‘Su marido también es mi marido’, le dijo a Ramira, quien la recibió pensando que era alguna predicadora o vendedora de chucherías.

¿¿¿Cómo, cómo???, preguntó Ramira. ‘Como lo oye’, dijo Doroty, y para muestra esto, añadió, poniendo el regalo recién recibido sobre la mesa.

Ramira tragó grueso. Se llenó de supuesta dignidad y la encaró. ‘Pues mira cuánto te aprecia que te regaló esa baratija, ¿quieres ver lo que me dio a mí’, dijo y fue sacando el montón de obsequios aún en la cajeta, todos con dedicatorias amorosas de Vidal.

La visitante no supo si la enmudeció la vergüenza o la envidia, pero se fue de allí tal como se dice en el español panameño: con el rabo entre las patas. Y no quiso saber más de Vidal, a quien en la casa reprendieron duramente, pero al final lo perdonaron, porque, por lo menos, el regalo de la querida era una runchería.

Últimos Videos