Vengativo

Cuando supo que había perdido la batalla amorosa, Selenia abandonó su campiña y viajó a la capital donde pronto consiguió un empleo
  • jueves 05 de febrero de 2015 - 12:00 AM

Cuando supo que había perdido la batalla amorosa, Selenia abandonó su campiña y viajó a la capital donde pronto consiguió un empleo. Su belleza y sus curvas pronto le abrieron muchos brazos, todos dispuestos a consolarla, pero esta vez Selenia fue más selectiva y no le creyó a ninguno que le vino con la clásica ‘tengo problemas con mi mujer’ o ‘dormimos en camas separadas’; también ahuyentó a aquellos que decían que apagaban el celular al anochecer para desconectarse y descansar como Dios manda. Igual le dijo que se fuera bien lejos de aquí a uno que pregonaba que se divorciaría apenas sus hijos pasaran la adolescencia. Y, para que viera que ella estaba clarita en que con los casados nada camina, lo acusó con el jefe, un individuo buenagente que le hizo ver al acusado que en una relación de infidelidad solo hay uno que es feliz, el hombre, porque el resto, la esposa y la amante, viven sufriendo la acción.

Tras verificar el estado civil de los aspirantes, eligió a Fermín, el único soltero, además de guapo. Se sentía feliz con el pelao, pero quiso ponerse a prueba y regresó al interior a ver cómo reaccionaba su corazón, el cual salió airoso. Ahora, su ex le parecía tremendo cholondrón, feo, ordinario y hediondo a monte; hasta el sombrero, el cual antes olía profundamente para quedarse con su aroma, le parecía un ornamento ridículo y pasado de moda. Regresó serena a la capital y siguió sus amoríos con Fermín, pero le entró la piquiña de la incomodidad de andar en transporte público. Eso (andar en bus) era lo único que le disgustaba de la metrópoli y se antojó de que quería un novio con carro, por lo que mandó a Fermín a buscarse otra conformista que aceptara andar dándose besos en bus. ‘Nadie que ande a pie, ya yo tiré bastante pierna, cuatro horas diarias para llegar a la escuela’, les decía Selenia a las amigas que querían convencerla de que volviera con Fermín, que estaba vuelto un fideo por el sufrimiento de su abandono. Por otro lado, a él lo mandaron de vacaciones para que volviera recuperado. Regresó feliz, por lo que muchos pensaron que andaba enamorado otra vez. Casi al mismo tiempo, le apareció un aspirante a Selenia, quien no dudó en enredarse con el susodicho porque este sí tenía carro, y era una nave casi que de paquete y lujosa. Los curiosos de siempre le decían a Selenia que Roque, su nuevo amor, tenía algo oculto: ‘No podemos precisar qué es, pero como que esconde algo’, le decían a diario.

‘Son suposiciones de ustedes’, les contestaba Selenia, quien pronto les anunció que habría boda. ‘Cuidado, ‘Sele’, cuidado. Yo insisto en que ese Roque esconde algo’, le dijo una compañera. Dos días antes del enlace, Selenia fue sola al apartamento que habían alquilado para vivir después del matrimonio. Entró con su llave para dejar allí un regalo que el jefe le había dado.

Tuvo que agarrarse de la pared para no caerse cuando se encontró a su ex y a su futuro esposo entendidos en asuntos íntimos. Ninguno mostró sorpresa ni pesar al verla y ninguno le ofreció disculpas, por lo que tuvo que irse convencida de que había sido víctima de la venganza de Fermín.

Le tocó luego tragar grueso y anunciar que no habría boda. Los curiosos que quisieron saber la razón del cambio la escucharon decir que fue porque Fermín y Roque son del otro bando. Días después, cuando mostró señales de recuperación, empezó a aconsejar a sus compañeros de ambos sexos a que pelaran el ojo al momento de escoger pareja: ‘Escuchen lo que les dicen los amigos; recuerden que el que está fuera de la relación siempre puede ver con cuatro y más ojos; apenas les digan que tiene algo raro, pongan tierra de por medio’.