Ramiro, el pillín con dos familias

Justo ese día Ramiro había partido de Panamá con dirección a Costa Rica a entregar equipos electrodomésticos
  • lunes 29 de abril de 2024 - 1:10 PM

Durante 10 años, Ramiro había logrado mantener su secreto a salvo. Su trabajo de conductor de camiones que entregan mercancía por todos los países de Centroamérica le permitía tener sin remordimientos dos mujeres; cada una le tiene dos hijos.

Los constantes viajes por tema laboral le facilitaban la convivencia con ambas familias. Sin vacilación, Ramiro se esforzaba por ser un buen padre y esposo en ambos hogares.

Sin embargo, su doble vida estaba destinada a ser descubierta.En el pintoresco barrio de Santa Ana, donde reside Ramiro era muy respetado. Buen esposo, buen padre, buen vecino, así era catalogado este gavilán de las carreteras.

Lo que nadie sabía en Santa Ana era que Ramiro también tenía otra familia en Nicaragua, específicamente en el departamento de Granada. Durante uno de sus viajes como conductor de camión, Ramiro conoció a Rosa, una nicaragüense encantadora que lo hacía suspirar hasta dormido.

Su amor fue instantáneo y pronto comenzaron una relación clandestina de la cual nacieron dos hijos varones de 5 y 7 años.En Panamá, este camionero tenía un hogar con María, su novia desde que tenían ambos 15 años.

Con ella tenía una niña de 8 años y un niño de cinco. En ese hogar formado en una de las multifamiliares de Santa Ana todo marchaba color de rosa. Cuando tenía tiempo libre, Ramiro salía con María y sus dos hijos de compras y a cenar en los populares restaurantes de Sabores de El Chorrillo, ubicado en la Cinta Costera #3.

Aquella familia era la envidia de muchas mujeres solteras que crían a sus hijos a punta de rifas y la venta de chances clandestinos.Fue un día soleado de domingo cuando todo cambió.

María estaba esperando que fueran las tres de la tarde para sintonizar la Lotería y ver si le pegaba a la ‘loto’. Mientras esperaba su fortuna, se puso a navegar en Facebook y de pronto vio algo que le heló la sangre.

En aquellos minutos su corazón latió fuerte como el retumbar de un tambor. Ese día María descubrió un perfil, cuya fotografía era la de una hermosa mujer que aparecía abrazada con Ramiro. Intrigada, comenzó a investigar y pronto descubrió que esta mujer vivía en Nicaragua y que tenía dos hijos con su esposo.

Justo ese día Ramiro había partido de Panamá con dirección a Costa Rica a entregar equipos electrodomésticos.

Decepcionada y con el corazón roto en mil pedazos, María decide contactar a Rosa por Facebook, quien al enterarse de la verdad sobre la doble vida de Ramiro se sintió traicionada y engañada e incapaz de entender cómo alguien a quien amaba tanto podría haberle mentido de esa manera.Las dos mujeres, cada una con el corazón destrozado, decidieron confrontar a Ramiro.

Para tal fin, Rosa emprendió un viaje hacia Panamá. Ramiro, quien después de Costa Rica viajó hacia Honduras para cumplir con una nueva entrega de mercancía para la industria textil, no se imaginaba lo que le esperaba a su regreso a tierras canaleras. El día más esperado por sus dos mujeres llegó. Después de su largo viaje, Ramiro entró a su hogar en Santa Ana y se encontró con el peor escenario posible: sus dos vidas colisionando frente a él.Las palabras se quedaron atascadas en su garganta cuando vio las miradas de reproche y dolor en los ojos de María y Rosa.

Sabía que no había excusa que pudiera justificar sus acciones. Se sentía avergonzado y arrepentido por el daño que había causado a las dos mujeres que amaba.

Después de largas conversaciones y momentos de reflexión, María decidió perdonar a Ramiro e iniciar con él una relación de amistad por sus hijos, pues sabía que el camino hacia la reconciliación sería largo y difícil.

Rosa, por su parte, le manifestó que siempre podía visitar a sus niños en Nicaragua y que se olvidara de que algún día volverían a estar juntos como pareja.

Después de estas palabras la nicaragüense emprendió el viaje a su tierra natal.Aunque las cicatrices del pasado nunca desaparecen por completo, Ramiro mantiene la esperanza de lograr el perdón de las dos mujeres que algún día lo amaron con devoción. Mientras ese perdón llega, sube el volumen de la radio, pues en ese momento está el brasileño Roberto Carlos entonando la canción ‘Camionero’ que lo acompañará en el inicio de su nueva aventura por las carreteras con destino a la tierra de lagos y volcanes, donde residen su amada Rosa y sus dos hijos, quienes el próximo año conocerán a sus hermanos panameños.

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