- martes 05 de julio de 2016 - 12:00 AM
Propio es del género femenino averiguar cómo es la otra y cuántos años tiene, y las preguntas surgen de ambos lados, tanto la oficial como la ilegal se desvelan por saber esos datos. Agustín había tenido varios tropiezos maritales, razón por la que permanecía soltero y en ‘espera de esa mujer especial que todos anhelan y que, a veces, nunca llega o tarda en llegar', y como el salario era bueno y los negocios eran su fuerte, la población femenina lo catalogaba como un partidazo, sobre todo para las que ya rayaban los treinta años, pues el caballero apenas bajaba pintas con sus amigos aseguraba que nunca cometería el error de casarse con una mujer mucho más joven, ‘solo debe tener unos cinco años menos que yo, así, cuando ella empiece a apagarse ya yo estaré tambaleando también y no habrá peligro de cachos'.
Fue en el cumpleaños de una tía que conoció a Lucrecia, quien ya caminaba con paso firme en el medio siglo, pero con una retaguardia apretadita y firme, un busto chiquito pero sólido, cero barriga y, como si fuera poco, un carácter amable, mucho tema agradable de conversación y ¡estaba soltera! Todos estos detalles los pudo observar casi que desde lejos, porque en la fiesta estaba Lastenia, con quien salía desde muchos años, pero solo eso, no le había dado palabra de matrimonio ni de una relación más formal, lo que no impedía que la damita se creyera con derechos de esposa o de algo más. Y no le dio tregua de nada, tuvo que bailar con ella toda la noche y ni al baño lo dejaba ir solo. ‘Yo, yo vivo ojo al Cristo, porque cinco años de cama con él no me los va a quitar otra así por así, ya me di cuenta que le gustó esa vieja', le dijo Lastenia a quienes la vieron parada en la puerta del baño en espera de que Agustín saliera. Pero cuando el hambre del vientre surge con nombre y apellido no hay poder humano que lo detenga, y no le dolió a Agustín pagarle 200 dólares a la tía para que le consiguiera el número de celular de Lucrecia, a quien llamó enseguida y le habló como lo hacen los hombres bellacos: ‘Me gustó mucho usted y quiero una relación seria con la posibilidad de matrimonio a corto plazo', le dijo, y la respuesta fue positiva, de manera que el noviazgo no se hizo esperar y el novio se pasaba el día entero sonreído o cantando versos de géneros variados, todos de amor y felicidad, señal que no pasó desapercibida para su novia Lastenia.
‘Tenemos que hablar', le dijo ella, y ‘así mismo es', fue la respuesta de Agustín, que hizo gala de su temple para notificarle frente a frente que estaba enamorado, muy enamorado de otra con la que pensaba echarse de nuevo la soga al cuello. ¿¿¿¿¿QUIÉN ES, CÓMO ES, DÓNDE VIVE, CUÁNTOS AÑOS TIENE, DESDE CUÁNDO ANDAS CON ESA ZORRA?????, preguntó la abandonada.
Esas respuestas me las reservo, le contestó Agustín, y añadió que no se preocupara, que por respeto a las muchas satisfacciones íntimas que ella le había dado, él se iría a vivir lejos cuando se casara, pero la respuesta enfureció más a Lastenia y le lanzó cuanto halló, luego le destrozó los vidrios del carro y le juró que ella averiguaría quién era la otra y ya vería él…
Pronto supo que era Lucrecia, la misma de la fiesta, y regó en el barrio que Agustín andaba con una vieja, ‘esa tiene un quintal de años', decía en todas partes. Y se presentó al juzgado el día de la boda para ridiculizarla, pero solo al juez le hizo gracia el insulto del ‘quintal' de años. Tuvieron que sacarla de allí y tras llorar varias horas se convenció de que cuando una relación lleva muchos años y el novio no se decide, es porque, sencillamente, no te quiere para otra cosa que para desahogar su vientre.
==========
Imposible: ¿Cómo me vas a dejar por una vieja?
==========
Cincuentona: Muchas velitas apagadas, pero trasero apretadito y firme.