Quién las entiende

Decidió que sería tierno a la hora del cuerpo a cuerpo porque aquellas pregonaban
  • lunes 11 de julio de 2016 - 12:00 AM

Ellos dicen que a las mujeres no hay quién las entienda, pero siguen luchando por entenderlas y disfrutarlas; desde pelaíto, Reynel trabajó rodeado de damitas que se gastaban gran parte de la jornada en conversar sobre sexo, el tema preferido era cómo les gustaba que se lo hicieran y de qué tamaño les gustaba, que siempre era de mediano para arriba, y otros detallitos que lo ayudaron a crear su propio estilo sexual.

Decidió que sería tierno a la hora del cuerpo a cuerpo porque aquellas pregonaban: ‘Me gusta el hombre tierno, que me acaricia con suavidad, que pasa su dedo suavecito de arriba a abajo, de izquierda a d erecha mueve su pulgar haciéndome circulitos, que me espera, que no se adelanta ni se da la vuelta y a roncar apenas termina', comentaban las bellas delante de Reynel. Cuando le tocó su primera vez marcó su estilo tierno y suave, y con este siguió porque creía que así les gustaba a ellas.

Su primera alarma vino cuando la tercera mujer lo dejó, y un tío de esos que se llevan muy bien con los sobrinos, lo sentó para preguntarle a qué se debía que las mujeres se aburrían pronto de él y lo mandaban para la tierra de los canguros. El pariente no era hombre de maneras suaves y el éxito en el sexo lo cifraba en el tamaño del miembro, según él, al hombre de pito grande ninguna lo deja, por lo que le preguntó a Reynel si era que no había heredado el sello de la familia, cuyos catorce delegados eran reconocidos en la región como los rejeros, precisamente por tener un rejo grande por el que más de cuatro se habían agarrado a mongo limpio y dos más se habían halado por las greñas y así, pegadas del pelo, atravesaron todas las calles del pueblo. ‘Yo lo he comparado con los que veo en la red y no lo tengo muy chiquito nada, la última vez que lo medí hasta me dio lástima con las que me atienden', dijo Reynel, y el tío, tras una larga conversación, le aconsejó que cambi ara de estilo, que olvidara esas ternezas, que la mujer de hoy es ordinaria y anda con tanto miedo de que se acaben los machos que apenas tratan a uno de maneras suaves ya lo tildan de maricón. ‘Deles duro, el'hijo, deles con todo, páseles la mano con fuerza por donde sea y sin asco, muérdalas cuando las besa, para que sepan que usted es el macho, y si le toca desvestirlas no le ponga cuidado si le dice que le saque la ropa suavecito, que es ropa cara y fina, métale mano de varón y quítele todo en menos de lo que se persigna un ñato, y a la hora del comecome aviénteselo con todo, de golpe pa'l fon do, jamaquéelas sin lástima y verá que quedan contentitas y querrán estar todos los días con usted, porque les gusta el maltrato aunque digan que no'.

Cuando Reynel se sintió en dominio del nuevo manual, quiso recuperar a su última pareja, la sensual y finolis Evaluz, quien tras dos semanas de rogativas aceptó salir de nuevo con él y para celebrar la reconciliación se internaron al atardecer con la intención de quedarse en ese lugar hasta el nuevo día. Evaluz aún estaba en la reventazón, así que se metió directo al baño en espera de que, como antaño, Reynel fuera a enjabonarla y a secarla luego. Pero como cada uno lleva su pensamientito, él la sacó del baño a la fuerza y la tiró a la cama, enseguida se le acaballó y con una mano le agarraba violentamente la melena peliteñida mientras le daba materile rudo y sin calentamiento. La bella se levantó apenas pudo zafársele y lo agarró a taconazos. Se vistió y antes de irse le gritó que ni se le ocurriera llamarla, que nunca más volvería a tratar a un bruto-burro-asno como él

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Tosco: Entre con todo, sin aviso, y dele con fuerza hasta el fondo

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Gustos : Amo a los que me pasan el dedo suavecito por toda el área