Perrito de la discordia

Perla decía como Santo Tomás de Aquino: ver para creer. Por eso esperó la llamada para salir en estampida a ver qué era lo que era 
  • sábado 19 de diciembre de 2015 - 12:00 AM

Perla decía como Santo Tomás de Aquino: ver para creer. Por eso esperó la llamada para salir en estampida a ver qué era lo que era. Y vio: su marido Raúl iba sonriente y de su brazo colgada caminaba la amante. Los siguió hasta verlos subir al carro y perderse en las calles.

‘Pero no se lo voy a dejar así por así, pensó y maquinó cómo vengarse. En la madrugada dio con la solución, darle donde más le va a doler. Muy temprano salió con ‘peluche', el perrito de Raúl, y se paró en una esquina, a ofrecerle la mascota a cualquier transeúnte con cara de bonachón. Fue así como dio con Adrián, quien regresaba preocupado de la casa de su novia, que para Navidad le había pedido un perrito, que él, ni corto ni perezoso, le llevó con un lazo navideño en el cuello.

‘Llévate esa porquería de una vez, cómo se te ocurre regalarme un tinaquero, yo te dije un perro, uno de raza, se sobreentiende, claro', decía la novia vuelta el diablo. Y le dio un ultimátum: ‘Quiero un perro de raza, o se acaba este noviazgo, a ver si vas a tener otra vez la suerte de encontrarme una novia bonita y yeyesita como yo'.

¿Quiere este perrito, tengo otro grande en la casa y con aquel es más que suficiente para darme dolores de cabeza?, le dijo Perla, y Adrián sintió que ya andaba Santa por las calles del mundo haciendo sus regalos. ‘Cuídelo y quiéralo mucho, aquí están los papeles', le dijo la mujer y él se fue con ‘peluche' en brazos antes de que la dama se arrepintiera.

‘Suficiente contigo, un solo perro en la casa basta', le dijo Perla a Raúl cuando este llegó y no encontró a peluche. Raúl supo enseguida que su mujer lo había descubierto, quiso reclamarle pero se calló porque sabía que ella le armaría una cantaleta que duraría hasta más allá de fin de año, y prefirió llorar en silencio a su amada mascota.

Mientras, Adrián llegaba feliz donde su novia, que recibió encantada al perrito y le ordenó llevarse al tinaquero, que aún lucía su collar navideño. Con el can en los brazos llegó donde su madre, pero esta pegó el grito al cielo y dijo que no se podía quedar con el perro ahí. ‘Con tu padre tenemos suficiente representación de esa especie', dijo la doña y lo mandó a buscarle dueño. No se te ocurra dejarlo botado en la parada, que eso lo castiga Dios y más en estos tiempos de Navidad.

Adrián, con su tinaquerito en brazos fue a las casas vecinas, pero nadie estaba interesado en un perro. ‘Ya tengo uno en la casa, y ese habla y piensa y quema', le decían algunas mientras le hacían una carantoña al perro que ladraba juguetonamente.

Ya perdía la esperanza de encontrarle dueño al perruno cuando vio a la vecina desperdiciando agua con una manguera mientras charlaba por celular. ‘¿Quiere este perrito, veci? Se lo regalo'.

‘Ay, ya yo tengo uno en la casa, mi marido, pero sí me gusta, está lindo, y es del patio, como me gustan a mí, esos comen hasta piedras', dijo la dama y cogió al can mientras la manguera seguía desperdiciando agua.

Fue en eso que llegó el marido de la damita, quien venía medio pinteado, y se puso celoso porque, según él, Adrián había ido expresamente a llevarle ese regalo a su mujer.

‘¿Cuál es el cuento, coño? ¿Qué $$$$$$$$ tienes tú que venir a traerle regalos a mi mujer?', gritó y le amagó a Adrián cerca del rostro. Repitió la acción y lo rozó, por lo que el ofendido reaccionó sacando su derecha, que lanzó con tanta contundencia que lo derribó enseguida. Varios vecinos llegaron a mediar, pero tuvo que venir la Policía porque el celoso quería desquitarse con el perro y todos temieron que cumpliera su propósito.

A Adrián se lo llevaron detenido por haberle roto la boca al borracho.

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Vengativa: ‘Suficiente contigo, un solo perro en la casa basta'

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Regalón: ‘¿Quiere este perrito, veci? Se lo regalo'

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