PELA EL OJO CON TU PRIMA

Calladas regresaron a la casa, porque Amaranta sentía que algo demasiado grande se había roto en esa relación y no le salía ninguna palabra, ese malestar empeoró cuando Janya puso la paila para la cena
  • domingo 13 de enero de 2019 - 12:00 AM

Amaranta llevaba días con la cantaleta que solo le decía a su confidente Silvia: ‘Edwin anda con otra, tiene una amante, estoy casi segura, pero quién será esa hp perra ladrona'.

La única gran amiga oyó, carraspeó y agregó: ‘Cuidado con una vaina, Amaranta, recuerda el refrán: En tu casa, ni otra falda ni otro pantalón, esa prima que te trajiste del interior a vivir en tu casa me da mala espina'. Cuando se despidieron, Amaranta ya tenía la garganta cerrada por el llanto, solo por la sospecha de que su propia prima le estuviera goloseando el marido, así que se fue a esperarla a la salida del trabajo, camuflada con un sombrero de playa y unos lentes oscuros, pero con su ropa de siempre, así que la pelá la descubrió en el acto, y la abrazó cariñosa.

Calladas regresaron a la casa, porque Amaranta sentía que algo demasiado grande se había roto en esa relación y no le salía ninguna palabra, ese malestar empeoró cuando Janya puso la paila para la cena: ‘No, no, no, por favor, déjame la cocina a mí que ese es mi deber, vete a descansar que yo te aviso apenas esté lista la comida', le gritó y la obligó a salir de la cocina.

Enseguida llamó a Silvia, pero el teléfono de aquella sonaba apagado.

Quería contarle a su amiga que Edwin no estaba en la casa, y que su sobrina sí, lo que la ponía a dudar sobre si era o no era Janya la mujer que le estaba robando el manduco; no desahogarse le empeoró el ánimo, y con rabia abrió la puerta del cuarto de la prima y entró diciéndole que le exigía traer el supuesto novio lo más pronto a la casa.

‘Me urge conocer al novio ese que dices que tienes, quiero conocerlo en carne y hueso, o es que es un novio fantasma'. Tras regañar a la prima y supuesta rival, llamó a Silvia para contarle. Esta vez, la amiga le contestó enseguida, y le dijo que le parecía estupenda la decisión tomada con Janya, y añadió: ‘Si Edwin le pone mala cara al novio brujo de tu prima, tendrás la evidencia contundente de que ellos andan, él no podrá disimular sus celos'.

Al día siguiente llegó Janya con el novio de carne y hueso; Amaranta se sintió liberada momentáneamente, su familiar tenía un novio de verdad y no era Edwin, quien entró y puso rostro apenas lo vio. Ni el saludo le contestó al muchacho, dejándolo con la mano extendida, y cuando aquel le dijo: ‘Mucho gusto, tío Edwin', este se desgajó en una retahíla de frases en las que dejaba ver su ira y le pidió de malas maneras que no volviera a decirle tío.

‘Para esa vaina, a mí no me digas tío Edwin, esa palabra no cabe en tu boca, porque, si acaso, eres unos dos años menor que yo', gritó Edwin y se encerró en su cuarto, del que no salió hasta el día siguiente, cuando anunció que volvería a las mil y pico, dejando a Amaranta más confundida que nunca, porque era el día libre de Janya y el novio de esta había llegado para ayudarla a limpiar la casa. Llamó a Silvia con la idea de decirle que la reacción de Edwin la confundía, pero que la desarmaba el que avisara que llegaría tarde y que Janya estuviera en la casa. No pudo desahogarse, porque el celular de Silvia sonaba apagado, así que se fue hasta la casa de ella, pero en el camino vio el carro de su marido salir de la vía hacia un push, y empezó a perseguirlo, cuando notó que este intentaba perdérsele, lo chocó, con la suerte de que cerca había un patrulla del que salieron varios policías dispuestos a poner orden. Les costó impedir que Amaranta rompiera a pedradas los vidrios del auto de Edwin. ‘Quiero ver quién está allí', gritaba enloquecida. No necesitó dañar nada, se asomó por el frente y con ojos atónitos miró a la acompañante de Edwin: era su confidente y amigaza Silvia.