La ricachona
- martes 24 de marzo de 2015 - 12:00 AM
En la semana anterior a la quincena son muchos los atareados exprimiendo la pasta dental, otros con la cantaleta ‘préstame un dólar’, que nunca pagan, y está también el grupo minoritario que logra llegar al siguiente pago con la lengua afuera, pero sin pedir prestado ni medio centavo ni fiarle al chino ni a la doñita que lleva almuerzo. Todos los colaboradores conocían a Sofía, quien, a pesar de pregonar su bonanza económica, siempre pedía un prestamito, el cual le negaban muchos porque a diario mencionaba a su marido empresario, dueño de muchos bienes que ella no alcanzaba a contar con los dedos.
‘Mi marido anda de viaje, asuntos de negocios’, decía a menudo hasta que hubo una que la paró, Luisa, y dijo delante de todos los trabajadores que aquel tenía un doble. ‘Yo vi a un hombre idéntico al tuyo en el metrobús’, argumentó Luisa, pero Sofía se levantó a gritarle que comprara lentes, que su marido andaba por Europa en una reunión de empresarios.
‘Pues pela el ojo, porque el man tiene su doble, yo vi hoy, a las 5:00 de la mañana, a un tipo tan parecido a tu marido que hasta el lunar que tiene tu macho en la frente lo tiene el que yo vi’, repitió furibunda Luisa.
‘Ya te dije que te vamos a comprar unos lentes, porque mi marido no está en el país, está en Japón’, gritaba Sofía, pero la otra se regresó para decirle: ‘Acabas de decir que está en Europa, o es que ahora Japón está en ese continente’.
‘Ay, es que visitará tantos países que ya ni recuerdo bien cuáles son’, alegó Sofía, pero Luisa estaba al borde de la desesperación porque no contaba con el vil metal para comprarle un libro al hijo, y se desquitó con la compañera. ‘Será en Antón o en Colón, porque yo lo vi esta mañana, llevaba un suéter negro y una gorra del ‘Bimbín”, gritó la compañera, y Sofía se retiró pregonando que probablemente su pobre marido estaría sufriendo los rigores del clima allá en ese país lejano.
‘¿Dónde es que anda tu hombre?’, le preguntó otro compañero mientras le daba los cinco dólares que ella le había pedido prestado. ‘Anda por Cantón, y yo, mente de pollo, dejé mis tarjetas en la casa’, contestó Sofía y el amigo se fue reído de oreja a oreja, y agregó: ‘el loco se fue, pero dejó a varios contagiados’.
Al día siguiente, cuando Sofía llegó al trabajo, alguien le preguntó por el marido. ‘Creo que llega hoy, anda en asuntos de negocios, tú sabes que él es empresario y a veces se extienden las reuniones y no puede decirme con exactitud la fecha de llegada’, dijo Sofía, pero el preguntón quiso saber en qué país estaba, y ella buscó ansiosa en la mente de pío pío hasta que halló la respuesta: ‘En Holanda’, gritó.
‘Jo, anda lejos tu marido, cuando regrese dile que se cuide porque aquí en Panamá hay un tipo que es el doble de él, y vive por el área de ustedes, yo viajé hoy con él en el mismo pirata’, aseguró una compañera, pero otra, a la que no le habían dado lo suyo la noche anterior, se levantó furiosa y dio tres manotazos en el escritorio, luego respiró profundo y, al estilo del de la cómica, gritó ‘cállate, cállate ya, cabrona, que me desesperas con tus mentiras bobas, tu marido ni es empresario ni anda de viaje, etc.’.
La sorpresa por el comentario de la compañera puso tan nerviosa a Sofía que atacó a puños a todos los que se rieron por la revelación, pero no fue muy lejos, porque los golpeados le soltaron del bueno hasta que vinieron los seguridad a rescatarla. Y fue Sofía la que más lloró y rogó cuando les anunciaron que estaban botados todos los revoltosos.
‘¡No llores, vete para tu empresa a reemplazar a tu marido hasta que vuelva de Japón, de Cantón, de Holanda, etc., etc.!’, le gritaban sin piedad los compañeros.
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Mentirosa: Trabajo para distraerme, porque mi marido es empresario.
Periplo: Mi hombre anda por Japón, Holanda, Cantón, en sus negocios.